Gracias Benedicto XVI

 
Nuestro agradecimiento al Papa Benedicto XVI, ya emérito, por su amor y entrega a la Iglesia de Cristo.

La Sede Papal se encuentra vacante. El Papa Benedicto XVI, en un gesto de humildad, presentó su dimisión, y así lo explicó en su última audiencia general el miércoles 27 de febrero: “En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me iluminase con su luz para que me hiciera tomar la decisión más justa no para mi bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su gravedad y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo”.

Hemos podido acompañar sus últimos momentos como Sumo Pontífice a través de la televisión que magníficamente ha transmitido todos los detalles con muchísimo respeto. Numerosos miembros del Movimiento de los Focolares estuvieron presentes en la última audiencia y también en el último saludo en Castelgandolfo.

Entre los presentes en la Plaza de San Pedro, el miércoles 27 se encontraban, junto a otros dirigentes de distintos Movimientos, María Emmaus Voce y Giancarlo Faletti.

Finalizada la audiencia, Radio Vaticana entrevistó a María Voce:

¿Qué lección piensas que debe recoger el Movimiento de los Focolares?

«Me impresionó mucho el pasaje de su discurso en el que, refiriéndose a la Iglesia, Benedicto XVI dijo que era “renovada y purificada por la vida del Evangelio”. Advertí fuertemente que se trataba de un llamado a esa vida del Evangelio que realmente nos hace nuevos, en todo momento. Me pareció claro que no tenemos que tratar de mejorar quien sabe qué cosa, sino volver a la vida del Evangelio íntegra, auténtica, “con coherencia”, como el Papa mismo precisó. Coherente con la fe que hemos recibido y que profesamos. Además debemos estar cerca del Papa, subir la montaña y rezar con Él. Con su misma confianza en Jesús que conduce a la Iglesia, con el mismo optimismo sereno que nos ha demostrado».

¿Cuáles palabras te tocaron más el corazón?

«La referencia a la Iglesia como familia, quizás porque también Chiara Lubich, antes de dejar esta tierra, nos había recomendado que “fuéramos una familia”. Por eso me pareció que se trataba de la misma voz que, desde dos puntos, venía a recomendarnos la misma perspectiva. Es decir la de Cristo que, viniendo a la Tierra, quiso constituirse su familia, la Iglesia. Como Él la ve, y no como la vemos nosotros hombres acostumbrados a analizarla y juzgarla. La Iglesia en su deber ser: su cuerpo, su esposa, su familia».

El jueves 28, después de haber seguido el trayecto desde su departamento, el camino por los jardines de la Ciudad del Vaticano, el viaje en helicóptero sobre la ciudad de Roma hasta llegar a Castelgandolfo donde lo esperaba una multitud con lágrimas en sus ojos, vimos a Benedicto XVI asomarse por última vez al balcón de la Residencia de Castelgandolfo. Quedarán en nuestro recuerdo esas imágenes históricas y en el corazón sus últimas palabras:

“Queridos amigos soy feliz de estar con ustedes (…) Gracias por vuestra amistad y afecto.

Ustedes saben, que el día de hoy es distinto al de otras veces. Ya no soy Sumo Pontífice de la Iglesia Católica (hasta las ocho aún lo seré, luego ya no). Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra.

Pero quisiera una vez más, con mi corazón, amor y oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad.

Me siento muy apoyado por vuestra simpatía. ¡Vayamos juntos hacia delante con el Señor para el bien de la Iglesia y del mundo!”.

Sí, Benedicto XVI, estamos junto a tí, y seguiremos viviendo, orando y trabajando incansablemente para que la fraternidad universal sea siempre más una realidad.