¡No nos olviden!

 
Es la frase que resuena fuerte en cada uno de nosotros, pronunciada por los cristianos de Medio Oriente, en Gaza, Irak y Siria, y que nos impulsa a no permanecer inertes delante del drama que perdura ante los ojos de todos.

“No nos olviden”. No podemos hacerlo. Como cristianos y como hombres y mujeres de este planeta, no podemos quedar pasivos frente a las difíciles situaciones que se viven en muchos puntos del mundo.

Por esto, nos unimos a la dolorida oración del Papa Francisco pidiendo la paz, especialmente en la tierra de Jesús. Y para que se recorran todos los caminos posibles que excluyan el uso de las armas y se eviten así tantas muertes inocentes.

Queremos asegurar a nuestros hermanos cristianos, pero también a los que profesan otros credos, que no los olvidamos. Que asumimos el compromiso cotidiano de ofrecer y de rezar al Omnipotente para que se frene la violencia contra los más débiles, para que se abra el diálogo entre las partes involucradas y para que exista el “coraje de la paz”.

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