Palabra de Vida – Agosto 2016

 
“No tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos”. (Mateo 23, 8)

La práctica de la Palabra de Vida lleva ya varias décadas. El comentario llega a nuestras manos, lo leemos, pero querríamos que resaltara la frase propuesta, una palabra de la Escritura, a menudo de Jesús. La Palabra de Vida no es una simple meditación, sino que en ella Jesús nos habla y nos invita a vivir y a amar: a convertir nuestra vida en un don.

Fue una iniciativa de Chiara Lubich, la cual refería: “Sentía sed de verdad, por eso el estudio de la filosofía. Como muchos otros jóvenes buscaba la verdad y creía poder encontrarla en el estudio. Pero una de las grandes ideas en los primeros días del comienzo del Movimiento, que enseguida comuniqué a mis compañeras, fue: ‘¿por qué buscar la verdad cuando vive encarnada en Jesús, hombre-Dios? Si la verdad nos atrae, dejemos todo, busquémoslo a Él y sigámoslo’. E hicimos así”.
Multicultural handsTomaron en las manos el Evangelio y comenzaron a leerlo palabra tras palabra. Lo encontraron del todo nuevo.
“Cada palabra de Jesús era un haz de luz incandescente, divino. Sus palabras son únicas, eternas, fascinantes, escritas con divino relieve… eran palabras de vida, para traducirse en vida, palabras universales en el espacio y en el tiempo”
1. Las descubrieron no detenidas en el pasado, no un simple recuerdo, sino palabras que Él seguía dirigiéndonos a nosotros, como a cualquier hombre en todo tiempo y latitud.

¿Pero Jesús es verdaderamente nuestro Maestro?

A nuestro alrededor hay muchas propuestas de vida, muchos maestros de pensamiento, algunos aberrantes, que inducen incluso a la violencia; otros, en cambio, son rectos e iluminados. Sin embargo, las palabras de Jesús poseen una profundidad y una capacidad de involucrarnos que otras palabras no tienen, sean ellas de filósofos, políticos o poetas. Se trata de “palabras de vida”, que pueden ser puestas en práctica y darnos plenitud, ya que comunican la vida misma de Dios.

Cada mes, tomamos una en consideración y así, poco a poco, el Evangelio penetra en nuestro ánimo, nos transforma, nos permite adquirir el pensamiento mismo de Jesús y hacernos capaces de responder a las situaciones más diversas. Jesús se convierte en nuestro Maestro.

A veces podemos leerla en grupo. Querríamos que fuera el mismo Jesús, el Resucitado, vivo entre nosotros, quien la explicara, la actualizara y nos sugiriera cómo ponerla en práctica.

Pero la gran novedad de la Palabra de Vida radica en que podemos compartir las experiencias, las gracias que de ella nacen, tal como explica Chiara refiriéndose a lo que sucedía en los comienzos y que aún perdura: “Sentíamos el deber de comunicar a los demás lo que se experimentaba, conscientes de que al donarla permanecía edificando nuestra vida interior, porque de no hacerlo, lentamente el alma se empobrecía. La palabra era vivida con intensidad durante el día y sus resultados eran comunicados no sólo entre nosotros sino con las personas que se agregaban al primer grupo. Cuando se la vivía, ya no era el yo o el nosotros quien vivía, sino la palabra en mí, la palabra en el grupo. Y esta era una revolución cristiana con todas sus consecuencias”2.

Así puede sucedernos también hoy.

Fabio Ciardi
Director del Centro de Estudios del Movimiento de los Focolares

1.Escritos Espirituales, 1979, Editorial Ciudad Nueva.

2.Ibid.