Movimiento de los Focolares
Ucrania: una guerra en el silencio

Ucrania: una guerra en el silencio

20150413-03En la sentida invocación pascual del papa Francisco por tantos hermanos nuestros que en el mundo «padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo», no podía faltar una súplica por «la amada Ucrania», para que «reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes implicadas».

Sí, porque la de Ucrania es una guerra que aún sigue adelante en su absurda violencia. Hablamos de ella con Roberto Catalano, quien fue invitado a dictar unas conferencias en la universidad de Leopoli, Ivanova Franziksva y Ternopil sobre el tema del diálogo. Es significativo que en medio de la “crisis” los jóvenes (y sus tutores) antes que atrincherarse en los privado, se comprometan a profundizar el diálogo, como único recurso hacia el cual merece orientar todo esfuerzo.

Roberto, en el encuentro con la gente… ¿qué atmósfera percibiste?

20150413-02«Al final de una conferencia, una colaboradora escolar me mostró tres fotos de ex-estudiantes de la Universidad asesinados en el conflicto en el sureste del país. Con los ojos llenos de lágrimas me contó que cada noche, al finalizar las clases, un grupo de estudiantes se reúne en la cafetería de la universidad para preparar platos típicos ucranianos, que luego se congelan y se mandan a los soldados. Otra señora me contó que su hijo, que ni siquiera tiene 6 años, dibuja unas cartulinas que envía a los soldados para agradecerles por el esfuerzo que hacen para defender su país. Lamentablemente hoy en Italia ya no es noticia lo que está sucediendo en Ucrania, mientras que el año pasado también nuestros telenoticieros hablaban de ello. Sin embargo en Ucrania occidental se está librando una verdadera guerra».

Una situación que parece sin salida, que genera inseguridad y sufrimiento en el corazón de las personas…

«Tuve la prueba de este profundo dolor en cada momento de mi permanencia en Ucrania. Estudiantes y profesores me preguntaron qué pensaba yo de la situación del país y, sobre todo, qué se dice en el resto de Europa. No tuve el valor de expresar juicios. Ante el dolor y el miedo preferí escuchar y guardar silencio. Me impresionó la fuerza y la dignidad de este pueblo, pero me dio miedo el hecho de que el resto de Europa y del mundo lo ha dejado prácticamente solo, un hecho que se ve agravado, entre otras cosas, por el creciente nacionalismo, un fenómeno que puede siempre esconder grandes peligros para el futuro».

20150413-01Exactamente como dijo el Papa hablando de la masacre de los estudiantes en Kenia. Ante estas atrocidades parece que la Comunidad Internacional quita la mirada. Sin embargo también el pueblo ucraniano es nuestro hermano, por la común humanidad y por la fe cristiana que lo anima.

«Entré en una gran iglesia en la que se estaba celebrando la liturgia en rito oriental. Impresiona el iconostasio, modernísimo, de enorme belleza, pero más aún sorprende la religiosidad de la gente, en una participación atenta, concentrada, sagrada. Impresiona la larga fila de personas que esperan su turno para la confesión. Setenta años de marxismo no han borrado la fe en la gente».

Según tu opinión, ¿hay esperanza para una posible paz?

«Pude visitar sólo la mitad de Ucrania y no tuve la posibilidad, como me hubiera gustado, de encontrar a personas del bando opuesto. También ellos sufren por dolores que tal vez es difícil comprender. Aquí está presente la historia con sus vaivenes, pero también con sus problemas actuales, dictados por los intereses internacionales en el gas y el carburante. Se corre el riesgo de caer en un silencio que borra el dolor de millones de personas, en cualquier bando ellas se ubiquen. Tal como dijo el Papa, se necesita el compromiso de todas las partes implicadas. Sólo de esta forma se podrá llegar a una paz duradera».