20160115-03«Me gustan mucho la natación y los autos; apenas salga de ésta, me saco el pase para conducir. Tengo una hermana a la que quiero mucho y mi hermano mayor es mi modelo. Escucho casi todos los tipos de música, sobre todo la tecno. Quisiera tener un perro… Antes no leía, pero ahora se ha vuelto muy interesante la lectura, también porque así el tiempo pasa más rápido en el hospital».

Una noche, estando en el cine con su hermana, sintió dolor en un diente. No podía imaginar que se trataba del primer síntoma de algo grave. En los días siguientes se le hinchó la mejilla derecha y casi no lograba ni abrir la boca. «Me dolía mucho, pero, en vez de ir al odontólogo, traté de curarme solo, aplicándome compresas y cremas. Nada me aliviaba el dolor, que en cambio iba empeorando. Al final fui al odontólogo, que quedó estupefacto y en seguida me remitió al cirujano. Éste me hospitalizó. Quedé sorprendido, pero no estaba muy preocupado. Pensaba volver a mi casa en un par de días». Sin embargo, los análisis demostraron que algo en la sangre no andaba bien. Lo trasladaron a otro sector, luego a otra clínica. Finalmente llegó el diagnóstico severo: leucemia.

«No sabía nada de esta enfermedad – cuenta Nikola –, no imaginaba que debería someterme a la quimioterapia y que el tratamiento sería bien largo. Empecé las primeras sesiones de quimio y me parecía estar a punto de perder la cabeza. Se me venían todos los pensamientos más negros. Empecé a dudar de la existencia de Dios y me preguntaba por qué me había pasado esto precisamente a mí. ¿Qué mal había hecho? ¿Tal vez Él me había abandonado? Busqué las respuestas y entendí que esta enfermedad era un mensaje de Dios para mí. Experimenté su presencia de una manera más fuerte, estaba siempre a mi lado. Advertía que quería algo de mí y pensé mucho en qué podía ser. Se me ocurrió de todo. ¿Tal vez tenía que donarme totalmente a los demás? La enfermedad me despertó de una vida vacía que me pasaba por delante y cambió mi visión del mundo. Ahora veo todo de una forma más serena. Una de las cosas que he logrado, ha sido dejar de fumar y ¡estoy muy orgulloso de ello! Aquí en el hospital he conocido a muchas personas lindas y ya tengo un par de buenos amigos. Un día muy soleado abrí la ventana y vi pasar a una chica. La miré y ella me sonrió con mucho amor. Luego descubrí que era una enfermera. Entendí entonces que la felicidad está en pequeños signos de atención como éste. Un chico me dijo: todo lo que es mío es también tuyo. Jamás nadie me había dicho algo parecido. Experimenté una gran alegría».

20160115-01«Tuve suerte, porque resulté compatible con mis hermanos para el trasplante de médula. Esto reduce la duración del tratamiento y las probabilidades de que la enfermedad vuelva a presentarse. Estoy muy agradecido por todas la oraciones y por todos los mensajes que llegan de todo el mundo a través de Facebook. En el hospital nos hacemos compañía, y cuando estamos juntos, un grupo de jóvenes, el tiempo pasa rápido. Además tengo un hermano querido que me dejó su computadora. Así puedo ver películas, navegar en internet… Mucho tiempo lo paso rezando. Las condiciones en las que vivimos no hacen fácil la vida, pero uno se acostumbra a todo…».

A la pregunta sobre qué les diría a sus coetáneos, Nikola contesta: «Les diría: está bien aprender del pasado, está bien hacer planes para el futuro, pero más importante es vivir el momento presente. Esto es lo que aprendí. Sepan que la verdadera felicidad se alcanza a través de pequeños signos de atención y no se preocupen por el mañana, porque cuando aprendan a hacerlo se sentirán mucho mejor. Si les asaltan pensamientos negativos, cámbienlos en seguida por otros positivos. Hagan así cada vez y, con el tiempo, desaparecerán. Amen a quienes pasan a su lado y estén siempre agradecidos de todo lo que tienen».

Fuente: Novi Svet 1-2. / 2015

 

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