La ola de violencia en el suroeste de Camerún no muestra signos de detenerse y los focolarinos tuvieron que abandonar la ciudadela, aunque permanecen en Camerún.

“¿Cuánto tiempo podremos resistir? ¿Cómo evolucionará la situación? ¿Podemos seguir viviendo en Fontem? Hemos continuado perseverando incluso en las condiciones más adversas”.

Con estas palabras, los focolarinos de la ciudadela en Camerún querían compartir el 16 de noviembre la difícil decisión de no regresar a la ciudadela por el momento, aunque permanecen en el país, porque no se dan “las condiciones básicas para poder seguir viviendo allí”.

“Han ocurrido muchas cosas – continúa el comunicado – y en particular algunos incidentes graves nos han hecho reflexionar sobre las decisiones que se tomarán. (…) Con gran pesar decidimos no volver a Fontem por el momento, para recuperar fuerzas y tratar de entender lo que Dios quiere”.

La ola de violencia que atraviesa el suroeste de Camerún, donde se encuentra Fontem, lamentablemente no muestra signos de detenerse. En los últimos meses, los obispos de Camerún han hecho oír sus voces repetidamente, alzando “un grito de angustia” por el empeoramiento de las condiciones de seguridad en las regiones de habla inglesa, y pidiendo una mediación política para evitar “guerras civiles innecesarias”.

La ciudadela de los Focolares, de hecho, se encuentra en una zona de intenso conflicto armado y ha tenido que cerrar el complejo escolar desde hace tiempo, pero su estructura hospitalaria continúa operando y ofrece asistencia a los necesitados.

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