En pocos días más llega Navidad. Una fiesta que nos da la oportunidad para encontrarnos en familia y renovar relaciones, más allá de las luces y de los regalos. Dios se hace niño y nace en la pobreza de un pesebre. En la Navidad de 1986 Chiara Lubich invitó a las comunidades de los Focolares a ir al encuentro de quien más sufre. También hoy hay muchos hermanos y hermanas que se encuentran en situaciones de sufrimiento y esperan nuestro alivio, nuestro compartir.

[…] Hoy, el calor de la Navidad nos lleva a sentirnos todos más familia, más ‘uno’ entre nosotros, más hermanos, para compartirlo todo, alegrías y dolores.

Dolores sobre todo con aquellos que, por las más diversas circunstancias, pasan esta Navidad cara a cara con el sufrimiento. […]

¡El sufrimiento!

Ese que a veces envuelve totalmente nuestras personas, o el que nos roza y mezcla lo amargo con lo dulce en nuestras jornadas.

El sufrimiento: Una enfermedad, una desgracia, una prueba, una circunstancia dolorosa…

¡El sufrimiento! […]

Si miramos el sufrimiento con ojos humanos, estamos tentados de buscar su causa en nosotros o fuera de nosotros, en la maldad humana, por ejemplo, o en la naturaleza, o en otro… […]

Y todo esto puede ser también verdad, pero, si solo pensamos de ese modo, olvidamos lo más importante, porque nos olvidamos de que detrás de la trama de nuestra vida está Dios, con su amor, que todo lo quiere, o lo permite por un motivo superior, que es nuestro bien. […]

Jesús, después de habernos invitado a tomar nuestra cruz para seguirlo, ¿acaso no afirmó que “el que pierda su vida, (y esto es lo máximo del sufrir), la encontrará”. (Mt 10, 39)?

Por lo tanto, el dolor es esperanza de salvación. […]

¿Qué decir entonces hoy a aquellos de los nuestros que se debaten en el sufrimiento? […]

Acerquémonos a ellos, ante todo con sumo respeto porque, aunque quizás todavía no lo piensan, en estos momentos están siendo visitados por Dios.

Después, compartamos, en todo cuanto sea posible, sus cruces, es decir, tengamos a Jesús en medio con ellos efectivamente. Asegurémosles también nuestro continuo recuerdo y nuestra oración, para que sepan tomar directamente de las manos de Dios lo que les angustia y les hace sufrir, y puedan unirlo a la pasión de Jesús de manera que se potencie al máximo. […]

Y recordémosles ese maravilloso principio cristiano de nuestra espiritualidad, por el cual un dolor amado como rostro de Jesús crucificado y abandonado puede transformarse en alegría.

[…] Que sea esta nuestra Navidad […]: compartir todo sufrimiento con nuestros hermanos más probados y ofrecerle los nuestros al Niño Jesús.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, Conversazioni, Città Nuova, Roma 2019, pag.265-268)

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