Amarse en el matrimonio es un gran desafío. Significa perderse en los senderos del otro, compartir la vida, sembrar con paciencia y recoger los frutos; significa elegir al otro cada día aunque no nos reconozcamos, si es necesario, aprender a ir más despacio para seguir el ritmo del otro. En el día dedicado a los enamorados, compartimos la historia contada en la Conexión de noviembre de 2017 por Giulio y Pina Ciarrocchi que, 22 años antes, en mayo de 1995, tras la llegada de un ictus que trastocó sus vidas, encontraron el valor para dejarse guiar por Dios, experimentando una nueva forma de volver a enamorarse cada día, viendo a Jesús el uno en el otro.

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