365 días de guerra en las palabras y en la experiencia de Mira Milavec, focolarina eslovena que vive desde hace algunos años en Ucrania, en donde trabaja para la Cáritas Spes.

“Este año de guerra es sólo un año, pero parece una eternidad  (…). Nunca me hubiera imaginado vivir en primera persona una situación de este tipo”.

Así empieza nuestra conversación con Mira Milavec, focolarina eslovena que desde el año 2019 vive en Ucrania. Su compromiso ha sido incansable, y ha estado en primera línea durante este año de conflicto. Ha estado trabajando para apoyar y sostener a  la población a través de la Cáritas Spes de Ucrania, cuyas actividades se vieron ayudadas también por la Coordinación Emergencias del Movimiento de los Focolares por medio de las Asociaciones sin fines de lucro “Acción por un Mundo Unido (AMU)” y “Acción por Familias Nuevas (AFN)”.

“Veo mucho cansancio a mi alrededor.  La gente –nos cuenta Mira– especialmente en algunos sitios, vive aún en situaciones realmente precarias. Tras un año, han cambiado incluso las necesidades de la gente. Antes, con la Cáritas Spes, nos encargábamos de repartir bienes de primera necesidad; ahora hemos pasado a una nueva fase en la que es muy importante devolverles la dignidad a las personas y ocuparnos también del apoyo socio-psicológico. Estamos aún en una etapa inicial en  este campo, pero estamos tratando de actuar y entender qué pasos seguir”.

Mira, vemos que la máquina de la Cáritas nunca se ha detenido…
“Así es. Estoy en contacto con nuestros colaboradores que se encuentran en los lugares más afectados. Creo que nunca han tenido tiempo para descansar, pero allí están, día y noche, palpando en primera persona los sufrimientos de esta gente que lo ha perdido todo, a sus seres queridos y su casa. Es toda una vida que se les ha destrozado. Pienso que estar en contacto directo con estas historias, por más de que estén cansados, los impulsa a seguir  haciendo el bien”.

¿Hay alguna historia de vida en particular que te ha impactado más?
“Sí, las historias son de lo más variadas, y de allí viene la esperanza. Recuerdo una familia de la región de Donbas,  que tuvo que dejar su ciudad ya en 2014. Habían ahorrado toda la vida para tener un apartamento donde vivir y a poco de comprarlo se habían mudado a Kharkiv. Después llegó la guerra del año pasado y tuvieron que trasladarse nuevamente. Creo que volvieron a ese apartamento a finales de 2022, y lo encontraron en condiciones desastrosas por los bombardeos. Les llevamos estufas a leña para que pudieran calentarse y a pesar de esa situación tan complicada, fue muy impresionante ver en sus ojos una inmensa gratitud.  No era importante la cantidad de dinero que se necesitaba para reparar los daños de la casa. Estaban felices y agradecidos por recibir esa pequeña ayuda, por el hecho de seguir vivos y todavía juntos”.

Personalmente, ¿qué has experimentado en este año tan difícil?
“He notado que en estas situaciones la gente, todos nosotros, somos capaces de ponernos en movimiento para ayudar; más que toda otra cosa, reconocer el apoyo de los demás y sentir en serio que estamos en las manos de Dios. A menudo la gente aquí no exige mucho, es suficiente que estemos allí, que estemos presentes. Dios te da distintos talentos y tengo que decir que en esta situación en la que me encuentro ahora puedo usarlos, puedo servir realmente a alguien. La oración en esto es un verdadero sostén. Espero ansiosamente que esta guerra se acabe y que cada uno en su lugar sea capaz de enseñarles a las nuevas generaciones que hay que combatir contra todo este odio”.

A cargo de Maria Grazia Berretta

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Para seguir sosteniendo a la población ucraniana, ve al siguiente link: https://www.focolare.org/es/2022/02/26/ucraina-al-via-la-raccolta-fondi-in-sostegno-alla-popolazione/

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