Lo primero que Giorgio La Pira hacía en la mañana, era ir a comprar el diario. Luego, ya en su estudio, abría el Evangelio al lado de las noticias del día. Para el “intendente santo” de Florencia, los dos textos no eran distintos, ¡al contrario! Su trabajo era precisamente encontrar la forma de aplicar concretamente el Evangelio en la actualidad humana y social, con una acción previsora, creativa, que respondiese a los interrogantes de las periferias existenciales de su ciudad, y luego del mundo entero. Una obra que se repite en las muchas iniciativas que hoy llevan su nombre. Una de éstas, que acaba de encender las 35 velitas, es el Centro Internacional de Estudiantes Giorgio La Pira, que el 25 de mayo festejó su cumpleaños, junto con muchos amigos que para la ocasión llegaron al Auditórium de Loppiano (FI). Con la guía de la periodista Maddalena Maltese, fue como si los participantes pasaran las hojas de un álbum de familia, y vieran las muchas fotografías que hablan de estos años al servicio de los jóvenes de las más diversas procedencias. En Florencia, en efecto, a fines de los años setenta, se estaba verificando un fenómeno nuevo para Italia: llegaban muchos estudiantes extranjeros, en especial de África, de Asia y de América Latina. Pero Italia no se encontraba preparada ni a nivel legislativo, ni a nivel cultural y humano para recibir a todas estas personas. El Cardenal Benelli, arzobispo de la ciudad, intervino inspirándose precisamente en Giorgio La Pira y pidió a Chiara Lubich que le diera una mano. Algunos días después, tres jóvenes de los Focolares se presentaron ante el Cardenal Benelli para visitar el lugar, el corazón de Florencia, que que se convertiría en “la casa” a los estudiantes. El resto es historia. Hoy a la cabeza de la diócesis florentina está Giuseppe Betori, quien en su saludo insistió sobre la dimensión profética de la idea del cardenal Benelli y de Chiara Lubich, que llevó al Centro La Pira a convertirse en un punto de vanguardia en el diálogo con la diversidad, especialmente con la diversidad que sufre, la última, la olvidada. El Rabino Jefe de la comunidad judía de Florencia, Joseph Levi, dijo que había encontrado en el estilo del diálogo y de la reciprocidad, la verdadera riqueza que esta experiencia ofrece a la ciudad y al crecimiento de su tejido social en el espíritu de la fraternidad. Lo demuestran las numerosas experiencias recogidas como la de Jean Claude Assamoi de Costa de Marfil: «El Centro me ayudó en un momento difícil, dándome hospitalidad en la casa, junto a otros estudiantes. Me convertí posteriormente en colaborador como formador en el campo de la educación a la globalidad. (…) Y como yo, muchos estudiantes africanos que han seguido mi camino, han ido a otros lugares donde desarrollaron relaciones de trabajo entre el propio país de origen y el que los recibió, reflejando el diálogo y la unidad construida en Florencia» Las periferias que La Pira amaba, y que hoy el Papa Francisco nos invita a conocer, son el corazón de una profecía que cada día se concreta. Una profecía actual, fraternal.
Sanar las heridas que encontramos en los demás
Sanar las heridas que encontramos en los demás
0 comentarios