«¡Un cálido saludo de los casi doscientos participantes en nuestra sexta Mariápolis en Myanmar! La mayoría hizo un largo viaje para llegar al Seminario de Taunggyi en las montañas del Este del país. Doce horas de viaje desde Yangon, alrededor de 20 horas para quien venía del sur, y hay quien caminó 3 horas para llegar al autobús y después proseguir el viaje por otras 10 horas». Desde Myanmar escriben Vivienne y Roberto, al concluir algunos días vividos juntos a principios de mayo en la “Mariápolis”, cita propia de los Focolares, en donde personas de todas las edades y condiciones sociales, tratan de experimentar la fraternidad que nace del Evangelio, también cuando –como en el caso de Myanmar- no son sólo cristianos. “Éramos católicos, con una representación de cristianos de otras denominaciones y algunos budistas”. “El fresco clima de Tauggyi – prosigue el testimonio- en contraste con el calor de 40° de Yangon, nos hizo sentir como en un pequeño “paraíso”. Pero fue sobre todo la temperatura de nuestro amor recíproco –que se medía con el termómetro de nuestros ‘actos de amor’ personales y aquéllos recibidos- la que creció día tras día”. Para ayudar en la preparación y en el desarrollo de la Mariápolis, llegaron algunos focolarinos de Tailandia_ que en estos días está viviendo momentos difíciles por la tensión política _ y algunos seminaristas que estaban de vacaciones.
«Soy responsable de una asociación de madres de mi aldea», cuenta Felicita Khin San Moe. «Antes de venir tenía un problema con algunos miembros de la asociación que se habían disgustado entre ellos. Durante estos tres días de Mariápolis cambié de idea. Decidí pedir disculpas a las mamás regresando como signo de amor». «Aunque soy de la Iglesia Bautista, pienso que estoy aquí gracias a María, nuestra Madre», declara Eden Htoo, un joven de 19 años. «Haré todo lo posible para que crezca la semilla del amor recíproco que ha sido plantada en mi corazón y también para compartirla con otros».
Michael confiesa que se sintió «animado a tener un respeto mayor hacia las personas de otras religiones». Y Paulina, de 18 años, afirma: «Me gustó la frase, “Si quieres ser amada, debes empezar a amar”. Nunca había intentado pedir disculpas después de haber peleado con alguien; pensaba que era un golpe a mi ego. En cambio entendí que es importante pedir disculpas. Antes detestaba a los que me odiaban, pero ahora intentaré hacer así: más me detestan, más los amaré». Entre los participantes, estaba también el obispo Mons. Matthias U Shwe quien conoció el Movimiento de los Focolares siendo seminarista, a través de los primeros focolarinos italianos que pasaron por Myanmar en 1966. «Nos sorprendió cuando llegó algunas horas antes de la Misa de clausura. Nos invitó y animó a volver el próximo año. Regresamos llenos de alegría –concluyen Vivienne y Roberto – y con el deseo de llevar a nuestros ambientes la experiencia de unidad vivida en estos días».
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