“La Biblia que el mundo más lee es la que ve en nosotros”. Con estas palabras, el ganador del Premio “Luminosa por la Unidad 2014”, el Rev. John Armstrong, desafió al público durante una mesa redonda realizada el 21 de junio en la Mariápolis Luminosa (Hyde Park, NY). “¿Cómo se puede entender la Biblia si los cristianos están divididos entre ellos? –insistió-. Si la gente pudiera leer en nosotros los cristianos el mensaje fundamental del Evangelio, “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn. 13, 34), entendería su esencia. El Rev. John Armstrong es el fundador de la ACT3network (Advancing the Christian Tradition in the Third Millennium). Su ministerio tuvo inicio con un focus sobre la renovación espiritual, pero después se abrió a lo que él llama “ecumenismo misionero”, sobre todo entre cristianos y evangélicos. En el discurso de aceptación del premio, citó a la fundadora de los Focolares, Chiara Lubich: “En el cristianismo, el amor es todo”. Y agregó que “Si los cristianos verdaderamente creen en este amor puro, la consecuencia es la presencia de Jesús en medio de ellos (Mt. 18, 20)”. Según él es en esta óptica que se puede esperar la renovación no sólo de la Teología y del Ecumenismo, sino también de los varios ámbitos de la actividad humana. “Nuestro business -afirmó- es el de vivir el Evangelio en comunidad: estar unidos por el Espíritu por medio del vínculo de la paz”. En la mesa redonda: “¿Cómo podemos dar testimonio del mandamiento nuevo?”, los cuatro relatores compartieron sus historias personales en campo ecuménico. El Padre John Crossin, director del Secretariado para asuntos ecuménicos e interreligiosos de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estadios Unidos, invitó a concentrarse en la misión que une a todos los cristianos, más que ver las cosas que nos dividen. La Rev. Elizabeth Nordbeck, ministro de la Iglesia Unida de Cristo y docente de la “Andover Newton Theological School” (Massachusetts), compartió cuatro historias ecuménicas. Todas subrayaban que la amistad y la confianza preceden el diálogo ecuménico y que muy a menudo estas relaciones fraternas ayudan a “llevar adelante juntos iniciativas compartidas”. “A menudo tendemos a rechazar las cosas que no conocemos o que nos dan miedo –afirmó Nordbeck –. En cambio, tenemos necesidad del otro para aprender a abrir la mente”. El Rev. Bud Heckman, director de la Fundación El Hibri y ex director ejecutivo de Religiones por la Paz de Estadios Unidos, puso en evidencia la necesidad de saber dialogar con quien no se identifica con una iglesia particular. Los tiempos han cambiado: “Crecí en una pequeña ciudad de Ohio, donde todos éramos cristianos –recordó-. Un chico del otro lado de la calle no vino a mi iglesia: ‘¿Eres cristiano?’, le pregunté. ‘No, soy católico’, fue su respuesta”. Tener un católico como amigo era entonces una excepción. En 1990, el 86% de la población de los Estados Unidos se decía cristiana; en el 2001, este número bajó al 76%. Para el 2050, menos de la mitad de la población será cristiana. En cambio el grupo de quienes no tienen un credo está en crecimiento. “Hay necesidad del testimonio del amor recíproco también entre las religiones, con los hechos, y no sólo con las palabras –repitió-, porque son las experiencias de vida las que inciden en nosotros”. Después recordó el congreso del 2004 en el Parlamento de las Religiones por la Paz en España, cuando la comunidad Sij ofreció a los presentes platos vegetarianos: “Al final cada uno recordaba la hospitalidad, las relaciones construidas, y no los discursos hechos”. La diversidad de opiniones, según Armstrong, no debería impedir el diálogo: “No pretendo que el otro esté de acuerdo conmigo, de lo contrario no habría diálogo. Se trata en cambio de tener las puertas abiertas al otro y al Espíritu que trabaja”. Con el Premio Luminosa por la Unidad, desde 1988 los Focolares ponen en evidencia a personas o asociaciones que han dado un aporte significativo a la unidad entre las iglesias cristianas, entre las grandes religiones y con personas de buena voluntad. Fuente: Living City
Escuchar atentamente, hablar intencionalmente
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