“Misericordia”, es decir perdón, que lleva a la paz, “por un mundo nuevo”. Esta es la invitación dirigida a los jóvenes de la diócesis de Bobo-Dioulasso – la segunda ciudad del país – como reflexión para el próximo año. Burkina Faso vive una fase importante de transición, después de los disturbios registrados a finales de octubre, cuando la capital, Ouagadougou, fue escenario de manifestaciones de la oposición y de la sociedad civil, al punto de que se habló de “primavera burkinabé”.
Es una experiencia de perdón la que ofrece Fidèle en el transcurso de la jornada de los jóvenes del 7 de diciembre: mientras buscaba trabajo, se dejó convencer por un amigo que le propuso ir a recoger frutos de un árbol para una señora anciana y enferma, suscitando así la furia de quien se había adueñado indebidamente del árbol. La historia termina con la nariz de Fidèle rota con un golpe de bastón en la cara. «La rabia dentro de mí crecía, y yo meditaba la venganza. Estaba yendo a casa para curarme la herida cuando se me acercó el chico que me había golpeado. Con él estaba también su mamá, muy dolida por lo acontecido. No quería ceder, pero luego me acordé de la frase del Evangelio en la que Jesús dice que tenemos que perdonar 70 veces 7… Al día siguiente lo encontré en la tienda y fui el primero en saludarlo, haciéndole entender así que lo había perdonado. Desde ese día nos volvimos buenos amigos».
Los que nos cuentan de esta iniciativa son David y Laetitia, en nombre de los Jóvenes por un Mundo Unido de Bobo-Dioulasso: «Este año decidimos alejarnos de nuestro habitual estilo para favorecer el trabajo junto a otros. Nos comprometimos por lo tanto, a coordinar las actividades de la Pastoral Juvenil. Los responsables de la Pastoral, sorprendidos por la anterior experiencia del Festival de los Jóvenes, nos pidieron organizar una jornada de amistad entre todos los movimientos juveniles de la ciudad, sobre el tema elegido para este año: “Jóvenes, sean misericordiosos para un mundo nuevo”».
«Teníamos poco tiempo – continúan – y lo más difícil era trabajar con personas que tienen una manera distinta de ver las cosas. Las dificultades para ponerse de acuerdo no faltaron, sobre todo para redactar el programa de la jornada; pero nuestro objetivo era antes que nada generar la unidad entre todos, aunque fuera en detrimento de la calidad de la organización. Ganó el deseo común de colaborar, conocerse, estimarse… ¡Y así llegamos a la famosa jornada!».
Testimonios sobre el perdón, entre los cuales está el de Fidèle, danzas, cantos: «Esta jornada nos permitió conocernos mejor. Hubo muchos intercambios de contactos y entendimos que la contribución de cada uno, muy distinto de los demás, era necesaria. Entendimos que los movimientos son complementarios y están llamados a trabajar juntos para la realización de la unidad, la misma que Jesús no deja de enseñarnos».
«Esto – concluyen – nos anima y nos da ganas de seguir trabajando juntos. ¡Dentro de un año, la segunda edición!».
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