Movimiento de los Focolares

Fontem: El adiós a Pía Fatica

Sep 12, 2015

Infatigable testimonio del Evangelio en tierra africana, deja este mundo a los 86 años, totalmente donados por amor al Pueblo Bangwa (en el sur de Camerún), un amor que contribuyó a salvarlo de la extinción.

PiaFatica_01Es lunes 31 de agosto. En este período no es fácil llegar a Fontem, la aldea donde está el pueblo Bangwa en medio de la selva camerunés. De hecho, estamos en plena estación lluviosa y el camino es fangoso en varios puntos, casi imposible de transitar. No obstante esta dificultad, en los últimos 8 días, ha habido una ininterrumpida procesión de personas que llegan para rendir homenaje a los restos de Pía Fatica. Hoy hay más de mil personas, que han llegado de todas partes para dar el último saludo a esta extraordinaria mujer que hace 48 años vino desde Italia y se radicó aquí. Preside el funeral es Monseñor Andrew Nkea, quien empezó diciendo: «Como obispo y como bangwa, puedo decir que Pía vivió todas las bienaventuranzas. Esto significa que para ella hoy es el día de su nacimiento al Cielo». Son palabras dichas con autoridad, que confirman lo que en el año 2000 había dispuesto el Jefe tradicional local quien otorgó a Pía el título Mafua Nkong (Reina del Amor). Pero, ¿quién era esta mujer que a los 38 años eligió pasar el resto de su vida en África, pidiendo incluso ser sepultada allí? Pía nace en Campobasso (Italia) en 1929. Es obstetra, profesión prestigiosa y muy ventajosa en aquella época. En el Observador Romano lee que se está comenzando una misión en Camerún, y que también se prevé construcción de un hospital. Ella se siente interpelada en primera persona y, sin conocer siquiera cuál es el Movimiento que lleva adelante el proyecto, decide dejar todo para correr allí a dar una mano. Cuando llega a Fontem se entera de que debido a una difundida mortandad infantil, la profesión de obstetra es prioritaria. Se dedica a ella con todas sus energías, internándose completamente en la tradición de este pueblo, animista, que angustiado al ver morir a los recién nacidos, se había dirigido al obispo católico pidiéndole ayuda.

PiaFatica

Pia Fatica

Es concreta, abierta y tiene una gran capacidad de diálogo con la cultura local. Ella sabe entablar relaciones significativas con los individuos y con las familias, con las autoridades, a las que les habla con respeto y amor, pero también, cuando es necesario, con gran verdad y libertad interior. Como obstetra infatigable ayuda a nacer a más de 11.000 niños, a quienes también acompaña en su camino espiritual. Un episodio entre muchos: una joven convertida al cristianismo, muy convencida de su fe cristiana, le confiesa que no quiere casarse por la iglesia para no traicionar los valores tradicionales de su gente. Pía la escucha con gran apertura. Sabe que no son elecciones fáciles. En ese momento no le da consejos. Pero posteriormente retoma el tema. Le repite que es ella la que debe decidir libremente, pero le recuerda también que con el Bautismo que ella pidió recibir, ha recibido una nueva tradición, la de Jesús. Después de un mes, la joven le pide a Pía que la acompañe a conversar con el sacerdote. El resultado es un matrimonio feliz, una espléndida familia testigo de la fe. Pía sigue dando su contribución en los distintos sectores del Hospital, hasta en el último servicio que fue creado a propósito para ella, llamado “Oficina para todos los problemas”, un título que por sí solo habla de la amplitud y la apertura de su corazón. Ella conoce profundamente la realidad del pueblo Bangwa y tiene una sensibilidad especial hacia los últimos: los enfermos, los presos, las personas con dificultades económicas, y encuentra siempre la forma de ayudar incluso con dinero que, por su gran fe, obtiene de la Providencia. Su forma concreta de ser la caracterizó siempre y la acompañó también en sus últimas semanas, cuando decidió escribir a la presidente de los Focolares, María Voce, para anunciarle que pronto dejaría este mundo: «Estoy contenta de ir ante Jesús –escribe entre otras cosas – y de entregar en sus brazos el mundo por el cual he vivido». En el cementerio, bajo una lluvia torrencial, se suceden las danzas de la celebración, como signo de profunda gratitud hacia esta gran mujer. Todos tienen la convicción de que Pía ha ido ante Jesús.

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