“La fuerte experiencia que Irlanda vivió con este Congreso Eucarístico es una gracia extraordinaria que puede hacer que comience en la iglesia de Irlanda una historia nueva, y en este trabajo somos todos protagonistas”, son los desafíos finales de María Voce en el encuentro abierto en el ‘Royal Dublín Society’ del 16 de junio en Dublín. Poco antes, con Giancarlo Faletti, se habían encontrado con los jóvenes que concluían la carrera del Run4Unity, llevada adelante principalmente en las escuelas. “¿Cuál es vuestro ‘signo matemático’ preferido? – les preguntaron los jóvenes. “El signo de igual”, respondió María Voce, “porque en una familia, hermanas y hermanos son todos iguales”. Giancarlo Faletti prefirió en cambio decir el signo ‘más’: “Cada persona es un don de Dios , sobre cada uno de ustedes hay un plan de Dios y esto es algo muy hermoso”
El programa sigue de tarde, es abierto a todos, y se reúnen 300 personas – capacidad máxima de la sala y de los alrededores – de los cuales más de la mitad son rostros desconocidos para los focolarinos irlandeses. Se presentan experiencias concretas de la espiritualidad de comunión vivida en el campo de la familia, de la escuela, de la iglesia. Todo intercalado con piezas musicales. A cada capítulo le sigue un momento de diálogo con María Voce y Giancarlo Faletti, sobre como poner el Evangelio en práctica y poder responder a muchos desafíos de hoy.
“¿Es más fácil o más difícil amar al enemigo cuando somos grandes?”, pregunta una niña. “Creo que es más fácil –le responde María Voce –porque Dios ha puesto una llamita en nuestro corazón, y la llamita se vuelve más grande cada vez que amamos. Los grandes son muy ayudados cuando ven a un niño que ama”
Cuando la palabra se dirige a las familias, la conversación se refiere a la crisis económica: “¿Cómo lograr vivir como cristianos frente a las dificultades económicas de mucha gente?”. María Voce los lleva a recordar la experiencia de Chiara Lubich al comienzo de los Focolares, en Trento, en la miseria de post-guerra. Poniendo en acción la fuerza del amor entre las personas, se llegaba a compartir también los propios bienes, o las propias necesidades. Viviendo la frase del Evangelio.’pidan y se les dará’, pedían y recibían. El problema de uno era el problema de todos. En el amor Dios intervenía: “Y esto hace que el trabajo y el bienestar material no se conviertan en un ideal, sino que sean un medio para amar más y para que crezca la comunidad entre todos”
El último tema que tratan es sobre la Iglesia y la relación con la autoridad. A la pregunta sobre cómo vivir la unidad con la jerarquía eclesiástica, inclusive frente a los escándalos de los abusos y las acusaciones conocidas, responde Giancarlo Faletti, recordando que es la autoridad de Jesús la que debe crecer en cada cristiano. “Fue importante en este último período encontrarme con muchas personas marcadas por esta difícil situación de la Iglesia. He visto personas que se sentían despojadas de lo sagrado, que habían invertido su vida en una experiencia de iglesia y que ahora se sentían traicionados. Es como haber invertido todo tu capital en un banco y este banco quiebra”. “Para mi es un llamado a vivir de modo más fuerte el Evangelio –continúa-, esto nos permite un diálogo, un clima de amor, que permite también a los que tienen el ministerio episcopal de servicio a la Iglesia, el poder expresar posteriormente sus palabras y guiar en el camino. La autoridad moral de Jesús vivida en Su palabra es de todos”. Faletti recuerda el ejemplo de Santa Catalina de Siena: que vivió en tiempos difíciles de la Iglesia, ella tuvo una relación directa con el papa, empujándolo a tomar decisiones radicales. Pero lo pudo hacer solo porque la santa había dejado “espacio a Dios en su vida”.
De la enviada Maria Chiara De Lorenzo
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