“El paradigma de la unidad: un diálogo interdisciplinario sobre el pensamiento de Chiara Lubich”, este es el título del seminario que se realizó el 12 y 13 de abril pasados en la Universidad Católica de Fu Jen (Taipéi).
Organizado en colaboración con el Instituto Universitario Sophia y con otros dos ateneos católicos de Taiwán, el evento selló una relación que desde los años ’50 la fundadora de los Focolares cultivó con la Iglesia y el mundo académico de la isla, y que tuvo su ápice –como recordó María Voce en el saludo que envió para la ocasión- cuando la Universidad Católica de Taipéi tuvo la iniciativa de otorgarle el doctorado honoris causa en Teología en 1997.
Hoy, en el mismo lugar, emerge con claridad el carisma de Chiara, su herencia. El Papa Francisco, en el mensaje que quiso donar a los presentes, los animó a “renovar la alegría del encuentro con Cristo y a dar testimonio de su presencia en el mundo”.
El tema inaugural lo desarrolló el Card. Joao Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, quien puso en evidencia un desafío que la Iglesia está llamada a afrontar: conjugar la unidad “su característica esencial” y la catolicidad [ver el artículo del Osservatore Romano]. “En otros términos –precisó- cómo ser uno en la gran variedad de culturas, tradiciones, experiencias espirituales y teológicas”. En este camino hacia la plenitud “de la unidad en la multiplicidad” se injerta el carisma de Chiara como “un gran don”.
Los aportes de Piero Coda para el ámbito teológico y de Luigino Bruni para el aspecto económico se alternaron con las intervenciones de relatores locales, en una sinergia fructífera y rica de perspectivas de ulterior colaboración futura, que llevó a firmar un convenio con Sophia.
Yu-Xing-yang, diputado taiwanés, quiso ofrecer su apasionado testimonio de cómo el carisma de Chiara es la fuente de inspiración también para su propia actividad política.
La nutrida presencia de miembros de varias corrientes budistas además del representante de la Iglesia Ortodoxa en Taiwán, le dio un especial sabor interreligioso y ecuménico al desarrollo del trabajo.
Para las conclusiones dejamos la palabra al Padre Ramón de la Providence University quien resumió la luminosidad de los días transcurridos: “Chiara vino a Taiwán en 1997, hoy ella pasó por segunda vez, y no la debemos dejar ir”.
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