Movimiento de los Focolares

Navidad en la calle en Santiago de Chile

Ene 1, 2014

El testimonio de los Jóvenes por un Mundo Unido, trabajando en equipo con la comunidad de los Focolares del lugar, comparten profundamente su vida con los que más sufren.

«Hoy también aquí nació Jesús, en esta plaza de la periferia de Santiago. Como todos los años celebramos la Navidad junto con nuestros amigos que viven en la calle o que tal vez no tienen a nadie con quien festejar. Es hermoso  ver a los jóvenes, adultos y niños compartir la Navidad. Se sientan en la misma mesa sin fijarse en las diferencias.

Esta vez había muchos emigrantes, sobre todo personas que llegaron de Perú en búsqueda de trabajo, y con muchos niños. La situación para ellos no es color de rosa. Otras personas proceden  de las regiones de Chile donde se produjo el terremoto del 2010 y todavía esperan encontrar una casa donde vivir. Otras recién comienzan su “recorrido” en la calle y están desmoralizados. Nelson, por ejemplo, se fue de su casa hace tres meses. Su esposa no quiere vivir con él, porque él toma. En la mesa se conversa; él cuenta que está muy triste y que tiene nostalgia de su familia. Loreto lo invita a volver a creer, ¡es Navidad! Y le ofrece ayuda.

Al día siguiente, Nelson va a la “casita de los Primeros tiempos”. Es un departamento donde viven juntos algunos gen, los jóvenes del Movimiento de los Focolares. Hacen  una experiencia de convivencia según el Evangelio, imitando el ejemplo de Chiara Lubich y de las primeras focolarinas. Allí, Nelson puede lavarse, afeitarse, recibe de regalo un pantalón y una linda camisa de uno de los jóvenes, y luego, con uno de nosotros, va a la casa de su esposa. La alegría de la hija  cuando ve llegar a  su papá es incontenible. Le explicamos la situación a la esposa, y ella, después de titubear un poco, acepta recomenzar y pasan toda la tarde juntos. A la noche, acompañamos a Nelson al “Hogar de Cristo”. Allí hay  un reglamento muy claro: cero alcohol, y él acepta. Ahora hay que hacer un trabajo en equipo, y nos tenemos que dar una mano, pero el Niño ha traído este regalo y muchos otros, que nos impulsan a ser los brazos de Su Amor para que Él llegue a todos lados.

No tenemos dudas de que el mundo unido es posible. Sólo hay que ponerse a trabajar en serio y descubrir juntos qué hacer para realizarlo».

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