“Cuando Alejando tenía la posibilidad de dar no esperaba recibir algo a cambio. Tenía una gran paciencia con nosotros, y esperaba el tiempo que nosotros precisábamos para que pudiéramos aprender y profundizar la espiritualidad de la unidad. Alejandro murió cuando hacía un acto de amor: estaba visitando en el hospital a su primo enfermo. Murió mientras amaba, como quisiéramos morir todos. Me pregunto si soy radical en vivir el Evangelio, así como lo fue él. Su muerte es vida y no oscuridad; es un fuerte impulso para vivir aún con mayor energía nuestro ideal, en seguir a Jesús hasta el final”. Este es el testimonio de Chava, un amigo suyo.
Sábado 20 de julio. Alejandro recibe por whatsapp el “pasapalabra” para vivir ese día: “Seremos examinados solamente en el amor al prójimo…”, y responde enseguida a su amiga Andrea que se lo envió: “Esta frase es fuerte y, sí, tienes razón, debemos vivirla”. Pocos minutos después se encuentra al lado de la cama del hospital visitando a su primo enfermo. De improviso entran dos sicarios para matar a una persona. La víctima era otra, pero Alejandro y su primo, como eran testigos incómodos, también fueron asesinados.
Para el grupo de Jóvenes por un mundo unido de Torreón (México) – localidad sumergida en la violencia- el hecho produce un fuerte impacto, sin embargo reaccionan con valentía “para que no se pierda la riqueza espiritual” de la vida de su amigo con quien compartían también el compromiso de testimoniar la fraternidad y de difundir la cultura de la no violencia.
Alejandro, conoce a los jóvenes de los Focolares en el 2011. Enseguida quiere ahondar más en el ideal que los anima y se compromete en vivir el mensaje de Jesús.
Su vida se convierte en un testimonio del amor de Dios hacia los demás. Esto se ve en cada actividad en la que participa: en la familia, con los amigos, en el trabajo y con todas las personas.
“Lo conocí desde que comenzó con nosotros esta aventura – cuenta Willie-. Me impresionaba su disposición en vivir enseguida cada punto de la espiritualidad de la unidad que iba descubriendo”.
“Lo que más me impresiona de su vida –dice David- es ver la profunda huella que deja en cada uno… y también su gran sed de Dios”.
“Consideramos a nuestro amigo Alejandro, un mártir del mundo unido y por esta razón su sangre no es una tragedia, sino una bendición para todos los que quieren unirse a la lucha por la paz en nuestra zona, en nuestro país y en el mundo”, escriben los gen de Torreón.
En estos días en que se realiza la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, el Papa Francisco alentó a más de un millón de jóvenes a que sean radicales en la fe. Alejandro, seguramente es uno que no se echó para atrás y practicó la invitación de “aspirar hacia lo alto”, lema que Chiara Lubich dirigió siempre a los jóvenes. Por esto, deja detrás de sí, una estela de luz.
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