Orano, es la segunda ciudad de Argelia, se asoma al Mediterráneo. Es uno de los mayores centros comerciales y culturales de África del Norte. Un grupo de personas, en su mayoría musulmanas, comprometidas a vivir según los valores de la fraternidad propuestos por los Focolares, lleva adelante una experiencia con personas no videntes. Scheherazad forma parte de él desde 1990: “En 1997, mediante una hermana mía más joven que trabajaba en una clínica de ojos –cuenta- conocí una religiosa católica que buscaba una persona que le enseñara el francés a un grupo de no videntes de la ciudad; no me siento preparada, soy un ama de casa y me parece que este compromiso supera mis capacidades; sin embargo, de acuerdo con mi esposo, decido aceptar, consciente de que en la propuesta que llegaba se podía esconder un plan de Dios preciso”. Es el inicio de una aventura maravillosa que, con el tiempo, involucra a la ciudad. Más allá de esas clases, para Sheherazad es el descubrimiento de un nuevo mundo que conquista su corazón y el de Fouzia, una amiga que comparte el ideal de la fraternidad y que en breve tiempo se le suma como profesora. El mundo de los no videntes se revela especial, sobre todo porque la mayoría de ellos son muy pobres y socialmente marginados. “Con el pasar del tiempo nos dimos cuenta de que nuestra actitud de apertura hacia el otro daba a la enseñanza una característica especial: se convirtió en una posibilidad para sostener a estas personas. Hay quien tiene necesidad de encontrar una ocupación, quien simplemente de apoyo o de una palabra de consuelo”. Mientras tanto, para comprender mejor las necesidades de los alumnos, Fouzia y Scheherazad aprenden la escritura braille. La cosa no pasa desapercibida: “Un amigo nuestro, viéndonos dar nuestro tiempo sin esperarse nada a cambio, decide ayudarnos y unirse a esta empresa”. Tratan de ayudar a los jóvenes a injertarse en el mundo laboral. Una muchacha, por ejemplo, busca trabajo como telefonista. Se encuentra una empresa: “Notamos la disponibilidad del director de ayudarnos a encontrar una solución: queda impresionado por nuestro compromiso y decide contratar a la muchacha por tiempo indeterminado”. Toda la comunidad de Orano es partícipe de los proyectos y de los objetivos alcanzados. Se organizan jornadas abiertas para hacer conocer la vida y las riquezas de este mundo. “El tema de esta manifestación está siempre centrado en “el otro” y al final no se nota quien es el vidente y el no vidente, el musulmán y el cristiano: somos todos hermanos y hermanas que compartimos la misma situación”. La prensa nacional se interesa en estas citas, que llevan a muchas personas a unirse a los esfuerzos de Sheherazad y de Fouzia. Superando las dificultades administrativas y legales se constituye una asociación para la integración profesional de los no videntes muy activa y se trabaja para la construcción de una escuela. También las instituciones de la ciudad se ven involucradas y el proyecto educativo es reconocido por el departamento para la formación profesional de Orano. “Todavía falta mucho por hacer –concluye Sheherazad – pero ¡hacer cosas por los demás, a pesar de todos nuestros límites, es bellísimo, entusiasmante! Da a todos esa fuerza para ir adelante que abre de par en par las puertas a nuevas sorpresas”. A cargo de la comunidad de Orano-Argelia
No detenerse ante los fracasos
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