Con un trabajo de organización “en red” y una presencia generosa y concreta, el “padre Vilson” promueve la vida y la dignidad de los más excluidos. Le preguntamos qué significa la Eucaristía como fuente de unidad en su trabajo en las periferias. Ofrecemos aquí algunos fragmentos de su relato, mucho más rico y extenso. «El otro día me encontré con una persona que vive en la calle, un periodista y poeta. En un momento de nuestra conversación me preguntó: “¿Por qué usted se encuentra en las calles como nosotros?”. Le contesté que para mí era una gran contradicción celebrar la Misa cada domingo en la catedral y a la salida encontrarme con 70-80 personas sin un techo y que no habían comido. ¿Cómo me podía ir a casa? En la colina de la ciudad de Florianópolis, donde se ha multiplicado una multitud de casas muy pobres, se encuentra también la mía, sencilla y sin llave. Durante el día siempre llega alguien a tomar café o a comer. En la mesa siempre ponemos un plato de más. Esa puerta abierta representa la apertura a la comunidad del barrio: siempre hay un lugar para quien llama a la puerta. Y es también una forma de recordar que la Eucaristía “no cierra” nunca, está “a disposición” de todos las 24 horas.
En la práctica, esto quiere decir que nuestra heladera debe ser la refrigeradora de la gente, nuestro pan el pan de ellos, nuestros vestidos la ropa de los pobres. En mi casa, tengo la posibilidad de tener una capillita con el sagrario y un reclinatorio. Volver a casa al final del día significa para mí ir a dormir allí donde me espera Jesús, en la Eucaristía. Para mí es como reclinar la cabeza en Él, en lugar de recurrir a la televisión o a internet, que después lleva a tantas otras cosas. En la patena que uso para la Misa está escrita la frase de mi ordenación: “Tenía hambre y me diste de comer, tenía sed y me diste de beber”, hasta la frase final del texto evangélico: “Todo lo que hagan al más pequeño de mis hermanos a mí me lo hicieron”. De esta manera cuando pongo en la patena el pan para la Eucaristía, veo estas palabras y esto me ayuda a no perder el día. Una señora del barrio me preguntó un día: “¿Usted sabe, padre Vilson, por qué Jesús se quiso quedar en la Eucaristía? Para que la gente no se sienta sola y no sea huérfana”».
La Eucaristía es el grito de la humanidad. «No puede haber separación entre la mesa de la Eucaristía y la mesa de la justicia social. Con nuestros gestos, con nuestros brazos, con nuestra forma de organización, nosotros prolongamos la realidad de Jesús Eucaristía y donamos al mundo una señal de comprensión y de sostenibilidad. Guiados por esta convicción, con el pasar de los años y junto a otros, hemos formado una red de 340 personas que cada mes reciben un sueldo, 7 organizaciones y un instituto. Son 5000 las niñas, los niños, los adolescentes y los jóvenes en contacto con nuestra red de relaciones. Todos los años invertimos 15 millones de reales (alrededor de 5 millones de Euros) y colaboramos con otras 80 instituciones y organizaciones no gubernamentales. Para lanzar puentes, hemos decidido volver a abrir una iglesia en el corazón de la ciudad, que casi siempre estaba cerrada; allí se ha constituido una gran comunidad local en la que participan intelectuales, personas de clase media y empresarios que se han involucrado de distinta forma en nuestras actividades. Celebramos la Misa en ese lugar todos los sábados y domingos y así creamos como un “contrapunto” entre la periferia y el centro».
Aprender y crecer para superar los límites
Aprender y crecer para superar los límites
0 comentarios