«Fui acusada injustamente delante de todo el consejo parroquial. Mi respuesta: silencio y lágrimas. Después de tres días recibí una llamada de esa persona con la voz cortada por la conmoción: “¿Me puedes perdonar?”. “¡¡¡Ya te perdoné!!! Después un pensamiento: no basta con perdonar, puedo hacer algo más. Entonces la invité a cenar y nació una amistad que no volvió a resquebrajarse». Es el relato de Berenice, madre de tres hijos, catequista desde hace más de veinte años y también ministro de la Palabra en las 5 comunidades que conforman la Parroquia Immaculata Conceção, en uno de los barrios de la periferia del gran San Pablo. Éste es sólo un flash de las muchas experiencias que se compartieron durante las dos “Escuelas de Comunión” del Movimiento Parroquial – rama del Movimiento de los Focolares en la Iglesia local Se realizaron del 22 al 24 de enero en la Mariápolis Ginetta, en Vargem Grande Paulista (SP) y del 30 al 31 de enero en la Mariápolis Santa María (Igarassu-Recife). El argumento central de estos encuentros fue la Unidad, el carisma específico de los Focolares, con una atención especial al tema de la Misericordia en este Año Santo. Participaron más de 300 personas, entre jóvenes y adultos; laicos, religiosos, seminaristas, diáconos y sacerdotes, de 116 parroquias, 27 diócesis, de 16 Estados de Brasil. Juntos dieron un testimonio de la fuerza del perdón, de la misericordia, del amor evangélico que, vivido en los Movimientos, asociaciones y pastorales, hace de la parroquia una “comunidad de comunidades”.
Fueron muchos los frutos de la Palabra de Dios vivida: en barrios de la periferia donde los laicos asumen el peso de la realidad local para acoger a un creciente número de fieles y chicos que se comprometen en las varias actividades pastorales; en las cárceles o en obras sociales parroquiales donde se descubre la prioridad de la escucha y de la atención a la persona por encima de la organización y de la ayuda material. Y también donde nace la iniciativa de dar vida a pequeños encuentros en las casas, llevando la Palabra de Vida a las familias, muchas veces lejanas de la Iglesia, como en el caso de María Hélia de una comunidad en Marechal Deodoro. Bernadete, en cambio, vive en João Pessoa; es catequista en la parroquia del Niño Jesús y miembro del equipo arquidiócesano de catequesis. Trata de comunicar lo que vive, con una gran apertura al diálogo, empezando por su familia, con sus parientes evangélicos y pentecostales. El día de Navidad logra involucrar a todos –incluido su marido que no frecuenta la Iglesia- en una representación del nacimiento de Jesús. “Se creó un clima de diálogo, y de unidad entre todos. ¡Vivimos una auténtica Navidad!”. En la reunión conclusiva, el compromiso asumido por los presentes expresaba el deseo de ser constructores de unidad dentro de las comunidades, construyendo por doquier relaciones donde, por el amor recíproco, viva el Resucitado que atrae y transforma, irradiando paz y alegría. El objetivo: enfocarse en realizar “el sueño” que Jesús le pidió al Padre ‘que todos sean uno’ con el alma abierta a todos.
Involúcrate para hacer la diferencia
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