Jun 14, 2018 | Focolare Worldwide
Es juez civil del tribunal de Marion en Indianápolis desde 1999 y en el 2007 fue nombrado “Juez del Año” por su trabajo en favor de los detenidos y sentenciados por sus delitos como tóxico-dependientes. David Shaheed és afroamericano y musulmán y divide la pasión por el Derecho con su pasión por el diálogo interreligioso. A partir de 2019, presidirá la “Interfaith Alliance” de Indianàpolis. El curriculum podría merecer objeciones, sin embargo el Doctor Shaheed desplaza todo tipo de discrepancia por su simplicidad y la libertad con la cual habla de su fe y de la relación que lo vincula a Chiara Lubich. «Me dio el valor de ir más allá de nuestros credos, de ayudar a los otros y de comprenderlos. Pero esto no quedó en un concepto abstracto porque Chiara me enseñó el modo de vivirlo y demostrarlo». El juez se inspiró en la experiencia de destrucción de la Segunda Guerra Mundial vivida por Chiara para instalar una reforma en la Corte. «El mundo estaba bajo la presión de este enorme conflicto. Sin embargo esta joven trentina superó sus miedos personales para amar el dolor de los demás: su testimonio me dio fuerza para instituir en mi trabajo un Tribunal especial para las personas con problemas mentales o aquellas personas dependientes de sustancias estupefacientes». El juez, efectivamente, rompió con la tradición judicial que confiaba a los tribunales ordinarios el tratamiento de los acusados con déficit psíquicos o con dependencia al alcohol o a las drogas. Los tribunales condenaban sin ayudar a los acusados a su rehabilitación. El pidió a los colegas que observaran el impacto que la cárcel o la libertad vigilada tenía en la vida de los acusados. Y en efecto, muchos de estos reos reincidían en nuevos delitos por los cuales volvían a la Corte o a la prisión, dado que no habían recibido tratamientos adecuados a su persona y a su enfermedad. Después de mucho escepticismo y desconfianza por parte de los otros jueces, el desafío de “servir a los últimos” , se convirtió en el objetivo común de los magistrados del Tribunal local, que, superando la tradición de la “Common law”, que asigna a la Corte de Apelación absoluta competencia en la materia, el año pasado se lanzó un juicio especializado en personas “especiales”. De este modo, los acusados son atendidos en su tratamiento psiquiátrico adecuado y en consultas especializadas ya sea en la prisión, como en la Corte. Así es que, el sistema judicial completo está orientado a las necesidades de la persona y no a la condena y al castigo por acciones delictivas, pues, “debido a su enfermedad”, estas personas no serían culpables.
«Crecí en América del Norte, donde, hasta hoy, existe una historia fuerte de racismo, y encontrar a los Focolares, me ayudó a comprender que los blancos y sus antepasados europeos no tenían todos la misma hostilidad hacia los afroamericanos. Para mi fue una experiencia liberadora, porque vivía bajo la influencia de esta mentalidad y en cambio, por primera vez, tenía hermanos de descendencia europea. Aprendí de los Focolares que la vida de Jesús fue mostrar misericordia y compasión por los demás. Aprendí a vivir así como juez y a sentir compasión. Formar parte de la comunidad del Focolar significa para mí dar la mejor prueba de cómo vivir los atributos de Dios escritos en el Corán, es decir el amor, la misericordia y la compasión». Observando la misión del Movimiento, a los diez años de la muerte de Chiara Lubich, el juez de Indiana desea que «el diálogo vaya adelante, porque el de los Focolares es uno de los mejores modelos de encuentro entre personas de diferentes religiones, etnias o nacionalidades. En un clima de fuerte nacionalismo como el que estamos viviendo, donde los propios intereses tienen la prioridad en todo, nuestra experiencia es ir contra la corriente porque muestra que la palabra de Dios conduce a las personas a encontrarse y a no aislarse, y este es un ejemplo no sólo para la fe y la religión, sino que es un ejemplo de vida que sirve para nuestro País» Fuente: Città Nuova n.6, junio de 2018
Jun 13, 2018 | Focolare Worldwide
El relato de estar juntos durante toda una vida pasada juntos es natural en las palabras de Anna como en las de Claudio, casi como si se hubiesen convertido, después de tantos años de matrimonio, en una sola persona. «Cuando nos casamos nos unía el entusiasmo – comienza ella- y la alegría de ver nacer a nuestra familia. En la pequeña ciudad del norte de Italia, a la cual nos mudamos por razones de trabajo, no conocíamos a nadie. Yo me ocupaba de las tareas de casa, y esperaba que él volviera de noche. Éramos felices, pero… nos faltaba algo. Un domingo nos acercamos a un sacerdote, fuera de la iglesia. Lo invitamos a casa y él llego trayéndonos una revista “Cittá Nuova”. Después nos habló de la Palabra de Vida. Nos pareció que nosotros también nos podíamos comprometer en vivir el Evangelio». «Tenía un buen trabajo – explica Claudio-, construíamos autos para el desarrollo y la impresión de películas cinematográficas. Pero después de la muerte del dueño de la empresa, comenzaron a aparecer algunas dificultades con los herederos. En un determinado momento me lelgó una propuesta muy atractiva. Un trabajo bien pagado pero, me enteré, por los contenidos de la propuesta que era algo éticamente inaceptable. Mi esposa y yo estuvimos de acuerdo en no aceptar. Poco tiempo después, apareció otra oportunidad, esta vez con un sueldo más bajo. Mientras tanto había nacido el segundo hijo, y las exigencias de la familia crecían. Aceptamos, confiándonos que no nos habría faltado nada. El trabajo era demasiado y precisaba un ayudante. La oficina del personal me propuso una persona con problemas de carácter, que en el primer contacto, efectivamente, respondió: “Si usted piensa hacerme trabajar, se está equivocando mucho”. Era consciente que iba a tener que compensar su incapacidad, pero nos comprometidos a amar a todos, por lo tanto no podía echarme atrás. A continuación, también él se entusiasmó con el trabajo, y en Navidad, adentro de un paquete envuelto en un papel de diario, me regaló un trencito para mi hojo» «Estaba esperando el tercer hijo –continúa Anna– cuando llegó para Claudio una nueva oportunidad de trabajo. En la nueva ciudad a la cual nos mudamos nacieron los otros cuatro hijos. Una pequeña “tribu”, que crecía amando con gusto nuestro estilo de vida y la armonía que tratábams de mantener entre nosotros. También yo trabajaba, enseñaba alemán en el liceo, y ésto me significaba mucho compromiso, pero los muchachos colaboraban, ayudándose en las tareas escolares o preparando la cena. Una noche estaba en el ómnibus, vulviendo del liceo, que estaba a casi 30 km. Llovía, y ya pensaba que me iba a mojar completamente. No existían en aquella época los celulares. En la parada del ómnibus, encontré a uno de los hijos, todavía muy chiquito, esperándome con un paraguas. Algunos años después, cuando ya éramos nueve (más un gato), debido al trabajo de mi marido se pensaba en otro traslado. Yo dudaba mucho. Pero comprendía que él sufriría si tenía que vivir en un hotel durante cinco días a la semana. Por amor a él, nos convencimos que teníamos que hacer nuevamente las valijas. Comprendíamos la importancia de estar siempre unidos, y a menudo rezábamos juntos en los momentos de dificultades. Durante el día estaba sola, pero sabía que él estaba conmigo. Algunas veces, después de la cena, dábamos una vuelta por el barrio, cuatro pasos juntos para estar solos nosotros dos» «Ahora nuestros hijos están casados – continúa Claudio-. Uno de ellos se separó de su esposa, y para nosotros fue un gran dolor. Durante una reciente peregrinación, le confiamos a María esta situación. En primer lugar rezamos para que se recompusiera su familia. Después de un poco, nos pareció que era más justo pedir, por ellos, conversión del corazón. Finalmente comprendimos. La gracia de pedir era otra: pedir nuestra conversión. Nos fuimos de allí, con el deseo de estar atentos a los que Dios nos habría pedido. Porque quisiéramos no dejar nunca de ser instrumentos de Su amor. Es el amar la única cosa que en una familia no se debe mudar nunca».
Jun 12, 2018 | Focolare Worldwide
Hace algunos meses, en Milán, los Jóvenes por un Mundo Unido se reunieron para pensar juntos en una iniciativa que estuviera en línea con el Genfest 2018 de Manila, en Filipinas. Fue así que retomaron la idea de vender café, como lo hicieron con ocasión del Genfest del 2012 en Budapest. Habiendo obtenido un precio especial de un distribuidor mayorista, diseñaron y realizaron las etiquetas con los lineamientos de la actividad y con el logo del evento. Después decidieron destinar los fondos obtenidos para, apoyar a la población filipina, afectada por el tifón Vinda en diciembre pasado, para ayudar a quien llegará a Manila de los países más lejanos y para los gastos generales de la organización del Genfest. Uno de los jóvenes de Milán relata que la idea nació cuando «nos preguntamos cómo difundir la idea del Genfest aquí en nuestra tierra. Siendo un evento que pretende promover la fraternidad entre las personas, entendida como relaciones materiales e interpersonales, nos pareció que uno de los elementos que más representaba este deseo de socializar, de estar juntos y al mismo tiempo compartir, en nuestra cultura, es la bebida y el rito del café, ese período de pausa que, dentro de la jornada, se convierte en un momento de intercambio y compartir, una ocasión para ir más allá…». Esta vez, fue más sencillo con respecto al 2012, porque ya teníamos los contactos. Después de que decidimos juntos qué hacer, nos pusimos en contacto con el proveedor que en un mes nos hizo llegar 4000 paquetes de café al depósito central de Milán. Mientras tanto en distintos territorios de la región unas veinte personas ofrecieron su disponibilidad para hacer un pequeño depósito en sus casas. El proceso de etiquetado fue hecho por ellos «y se convirtió en una ocasión para cenar juntos, encontrarnos (…). Lo hicimos en Milán, pero también en los otros territorios en donde los jóvenes y sus familias están ayudando. Finalmente, esta actividad ha creado muchas oportunidades para ir a visitar a personas que hacía tiempo no veíamos, consolidando relaciones de fraternidad». Para más informaciones: caffe2018manila@gmail.com Fonte: United World Project
Jun 10, 2018 | Focolare Worldwide
La Creación es “un don compartido y no una posesión privada”, y cuidar de ella “implica siempre el reconocimiento de los derechos de todas las personas y de todos los pueblos”. Es uno de los pasajes centrales del mensaje con el que el papa Francisco quiso estar presente en el Simposio internacional sobre la tutela del ambiente promovido en las Islas Sarónicas (Grecia), del 5 al 8 de Junio, por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, guiado por Bartolomé I. Sobre el tema .“Hacia un Ática más verde. Preservar el planeta y proteger a su pueblo”, el encuentro – que se llevó a cabo a los tres años de la Encíclica Laudato Si’ y en coincidencia con la Jornada mundial del medio ambiente – contó con la presencia de unas 250 personas entre líderes religiosos, políticos, expertos del medio ambiente y clima, académicos y periodistas provenientes de distintos continentes, llamados a buscar respuestas compartidas para la actual crisis ecológica. Hija – es el pensamiento común – de una profunda crisis antropológica y espiritual.
Entre los invitados estaba también la Presidente del Movimiento de los Focolares, María Voce, que observó: “Es hermoso ver a personas que vienen de todo el mundo, y entre éstas muchas autoridades religiosas de las distintas iglesias, muchas motivadas para buscar juntos soluciones para que el planeta pueda vivir una vida más serena y pueda ser tutelado y conservado para las futuras generaciones”. Y luego: “Me gusta oír que se pone mucha atención en todos los aspectos de la ecología, desde la del ambiente a la de la gente, y también que haya venido de relieve que todo el planeta participa de esta ecología, y que toda la naturaleza es un don que recibimos de Dios y en cuanto tal debe ser recibido con respeto y gratitud, y transmitido de la mejor manera a nuestros hermanos que vendrán después”. Asimismo, la fórmula del Congreso – añadió la Presidente del movimiento fundado por Chiara Lubich, comprometido desde hace tiempo con la salvaguardia del planeta en todo el mundo – expresa un enfoque ‘ecológico’: “las sesiones son continuas pero al mismo tiempo intercaladas con viajes a las islas cercanas y en esas excursiones se da la posibilidad de encontrarse, hablar los unos con los otros, y así es más fácil establecer relaciones en esta atmósfera un poco de estudio, un poco de descanso y de amistad internacional. Me parece que este Congreso es una esperanza para el futuro del planeta”. Una respuesta a las preocupaciones del Santo Padre, quien en su mensaje – transmitido en el Simposio por el Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral – subrayó el riesgo de que las futuras generaciones estén condenadas “a vivir en una casa común reducida a ruinas”, o a dejar la tierra natal a causa de los cambios climáticos y los desastres producidos también por la ávida explotación de los recursos ambientales.
Citando el Mensaje para la Jornada mundial de oración por la Creación (1 de septiembre) escrito junto a Bartolomé I, Francisco recordó que “el deber de cuidar la Creación desafía a todas las personas de buena voluntad e invita a los cristianos a reconocer las raíces espirituales de la crisis ecológica y cooperar ofreciendo una respuesta inequívoca”. Objetivo prioritario entonces – es lo que dice el Patriarca – es volver a pensar el actual sistema económico que “ignora las necesidades de los seres humanos y lleva inevitablemente a la explotación del ambiente natural”, pero sobre todo – agrega – el verdadero cambio puede nacer sólo del corazón del hombre: “la destrucción del ambiente natural puede revertirse sólo a través de un cambio radical de nuestra perspectiva hacia la naturaleza que nacerá de un cambio radical de nuestra auto-comprensión como seres humanos”. Claudia Di Lorenzi
Jun 6, 2018 | Focolare Worldwide
Las imágenes que llegan desde Guatemala son impresionantes. Las últimas noticias hablan de casi 200 personas desaparecidas, 3.000 personas desplazadas y por lo menos 75 muertos por la erupción del Volcán del Fuego. Ocurrió el 3 de junio pasado y significó una trágica sorpresa para los habitantes de los pueblos limitrófes. Un balance que, según lo que transmiten las autoridades civiles, irá lamentablemente, incrementándose. La catástrofe, asociada por muchos a la de Pompeya, ocurrida en el año 79 d.C., resulta de tal magnitud que hace que el trabajo de los socorristas sea muy difícil. La búsqueda de los cuerpos continúa sin interrupción, bajo grandes cantidades de lava y cenizas. El Volcán del Fuego (a 3.763 metros) se encuentra a 40 kilómetros al suroeste de la ciudad de Guatemala. Según los vulcanólogos, es la erupción más grande registrada en el país en los últimos 40 años y forma parte del período de mayor actividad volcánica que comenzó en los últimos 15 años. El Papa Francisco expresó su “cercanía y consuelo hacia los familiares de las víctimas, dolor por el imprevisto desastre natural, oraciones por todos los que fueron dramáticamente dañados y agradecimiento hacia todos los que trabajan como socorristas”.
Jun 6, 2018 | Focolare Worldwide
En el Focolar de Ciudad de México, la “Iglesia en salida” que el Papa Francisco tanto desea, tiene su voz y rostro en Reina Cruz, salvadoreña, animadora de una comunidad que comparte la Palabra de Vida en situaciones difíciles, a pocos quilómetros de la capital mexicana. En el grupo que ella formó para que la acompañe en esta actividad, hay también algunos que despachan y consumen droga. Las focolarinas llevan la voz del Papa a las periferias, como él con frecuencia exhorta a que se haga, yendo a los barrios suburbanos difíciles, pobres, poblados por millones de personas, que, gracias a ellos, por primera vez pueden escuchar una página del Evangelio. No es fácil, confiesa Reina, «pero ir a un contexto en el que jóvenes de 13-14 años viven prácticamente sin familiares, nos hace comprender que debemos llevar por lo menos, nuestra presencia. Un acompañamiento que se extiende a las zonas más lejanas, como la visita a los “Misioneros Xaverianos”, presentes en la selva de Santa Cruz, visitas intensificadas en Semana Santa y en Pascua. La catequesis y la ayuda material crearon un fecundo clima comunitario en las parroquias que visitamos» En estos ángulos de la Tierra, a menudo olvidados, las chicas presentaron la espiritualidad del Focolar, muy difundida ya en ciento ochenta y dos países del mundo, con centros en ochenta y siete naciones, también en México, y en ciento diez miel miembros. Con la óptica de acompañar a los hermanos, característica del Movimiento fundado por Chiara Lubich (que con la visita del 10 de mayo del Papa Francisco a Loppiano , se siente muy alentado a continuar el camino iniciado por la Sierva de Dios), los grupos mexicanos se insertaron en diversas experiencias sociales. «Con otras once personas – relata Reina- vamos a visitar Santiago de Anaya, Actopan, en el Estado de Hidalgo, en el corazón de México». Sin esperar nada como cambio, ni siquiera el interés por su espiritualidad, comenzaron un camino con los Padres Misioneros del Verbo Divino. Su único objetivo es el de ofrecer puntos para la reflexión comunitaria en la vida cotidiana: la palabra de Dios y sus consecuencias en la vida gracias a las parejas de laicos comprometidos. El fenómeno del despacho y consumo de droga entre los adolescentes ha alertado a los miembros del Focolar, empujándolos a escuchar las terribles experiencias y compartiendo el mensaje evangélico también con los jóvenes que viven aislados en las calles. «El 6 de mayo, por ejemplo, se acercaron dos jovencitas, de 14 y 17 años, para contarles, entre lágrimas, el crecimiento del consumo de droga entre sus amigos». La joven de 17 años había sido echada de la casa por su mamá, recuerda Reina, y la chica estaba desesperada por la ruptura de su vínculo con su madre. ¿Qué hacer? ¿Cómo ayudar? Recibir los problemas de las heridas familiares es parte de la tarea de acompañamiento que viven los seguidores de Chiara Lubich. Desafíos cada vez mayores que describen una sociedad con valores cada vez más frágiles, vínculos familiares débiles y muchas veces ausentes. De este modo, su presencia permanece frecuentemente como el único punto de referencia para personas que, en el momento de su crecimiento, necesitan un “mástil”, al cual aferrarse para no arriesgarse a ahogarse en la droga o en la desesperación. Aquí está la importancia de saber escuchar, explican al Focolar de Ciudad de México, proponer la oración, y realizar encuentros de espiritualidad para que renueven su vida de unidad con Dios. El objetivo es la unidad y el diálogo con los sacerdotes del lugar para trabajar juntos, evitando las fracturas y apuntando a proyectos de desarrollo, como la Economía de Comunión, posibilidades para salir de la pobreza y caminar hacia la dignidad. Un viaje que hay que emprender en compañía de la Virgen María, una Madre que no abandona a sus propios hijos «ni siquiera a los que están más solos» Fuente: Osservatore Romano http://www.osservatoreromano.va/vaticanresources/pdf/QUO_2018_119_2705.pdf