Una inyección de confianza
¿Nos podría contar la experiencia vivida en la Jornada de “Juntos por Europa” en Munich?
«Ha sido una experiencia constructiva porque ha permitido a los miembros de los distintos Movimientos y carismas la posibilidad de volverse a encontrar y en cierto sentido participar de las distintas expresiones que los Movimientos tienen. Esta participación en la vida y en el carisma de los demás es un enriquecimiento pues abre a las riquezas de los otros. Es siempre interesante verificar cómo al final, a pesar de toda esta variedad de carismas, existe una base común entre estos Movimientos: es la fe en Dios, en Jesucristo, enviado por el Padre para la salvación del mundo. Sí, me parece que puedo decir que las expresiones de los Movimientos son como muchas flores diversas puestas en un único árbol. Un árbol que en Munich se veía muy bien. Se veía sólido, muy sólido».
¿Cuál es actualmente el papel de estos Movimientos en la Iglesia y en Europa?
«Dar testimonio de la posibilidad de la comunión. Ser un laicado comprometido y calificado. No un laicado en el cual cada uno va por su cuenta, sino que decide compartir con otros la misma meta: la unidad.La unidad de las Iglesias, la unidad de Europa, la unidad entre todos. Quizás se camina con distintas modalidades, pero todos hacia la misma dirección y todos juntos. Me pareció en este sentido importante la presencia de los obispos y el reconocimiento que daban de la utilidad del camino recorrido juntos hasta ahora en vista de una Europa más cristiana, no sólo más unida, sino más cristiana, porque está basada en los principios del cristianismo».
Pero los cristianos en Europa están divididos. ¿Cuánto pesa esta división?
«Es el sufrimiento de vivir juntos por una unidad que todavía no es plena. Cuando existe el amor recíproco y los dolores del uno se convierten en los dolores del otro, entonces es posible ser sinceros. Es decir, resulta posible darse cuenta de las dificultades que todavía existen pero también de la posibilidad que tenemos de hacerlas desaparecer un poco a la vez. Se trata también de entender qué podemos hacer nosotros mientras esperamos que los responsables del diálogo teológico encuentren las palabras y las formas apropiadas para llegar a expresiones de verdad en las que todos puedan estar de acuerdo. Porque seguramente la verdad es una, no es múltiple. Sólo que es necesario llegar a una verdad que sea expresada en forma tal que todos se identifiquen Esta es lógicamente una acción del Espíritu Santo, pero pensamos y constatamos que en la medida en que aumenta el amor recíproco entre los cristianos, es más fácil encontrarse en algunos puntos que quizás son polémicos y encontrar la forma de ir adelante y de entenderse. Es como cuando se va a escalar: uno se detiene un momentito para dar un paso hacia lo alto. Después me parece importante este testimonio en un momento en el que hay tantas sombras en la Iglesia. Hay que hacer ver lo que Jesús dice de sí mismo: mis palabras no pasarán. También las acusaciones que hoy pesan sobre la Iglesia caerán si presentamos a la Iglesia como debe ser, es decir si presentamos esta realidad de comunión entre nosotros y nuestra decisión de vivir radicalmente el Evangelio».
¿Es esta la respuesta que los Movimientos pueden dar en esta situación de la Iglesia?
«Convirtámonos viviendo cada vez más el Evangelio y más en comunión. La cosa principal es precisamente llevar a todos a creer en el Amor de Dios y a vivir en el momento presente lo que Dios nos pide con generosidad, con radicalidad».
El tema del Kirchentag era la esperanza. ¿También la jornada de “Juntos por Europa” ha sido un signo de esperanza?
«Seguramente. Se veía en la alegría de todos. En cualquier momento se entraba, se tenía la impresión de una inyección de confianza. Confianza en Dios, confianza en los hombres, confianza en la Iglesia».
A cargo de María Kuschel