Economía de comunión (EdC) en Corea del Sur
https://vimeo.com/192602203
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El Congreso reunió a 90 participantes, entre musulmanes y cristianos, procedentes de Jordania, Siria, Líbano, Grecia, Túnez, Francia, Italia, Suiza, Burkina Faso, Canadá y Argelia. Se trataron cuatro temas: el sufrimiento visto a la luz de Dios; la inspiración divina sobre la unidad según Chiara Lubich; las dificultades y los desafíos de hoy en día para los musulmanes; ser constructores de la fraternidad universal. “Juntos” fue el término más usado durante el Congreso, mostrando la experiencia madurada dentro del Movimiento de los Focolares: vivir juntos el ideal de la unidad, cristianos y musulmanes, según el carisma que Dios dio a Chiara Lubich con la plena conciencia de las respectivas identidades y respetando y aceptando las diferencias. La profunda experiencia espiritual que ella hizo en el verano de 1949, introducida por Jesús Morán (Copresidente del Movimiento de los Focolares), fue recibida por los presentes en un clima de gran fraternidad: “Chiara nos lleva a Dios Uno, más allá de las religiones particulares”, dijo Jalleh, escita, de origen iraní. Y otro dijo: “Chiara usa imágenes comprensibles para hablar de la Trinidad”. En este contexto, Rita Moussallem y Roberto Catalano (corresponsables del diálogo interreligioso de los Focolares), ilustraron la experiencia del Movimiento en contacto con las distintas religiones en distintas partes del mundo. “Se podría decir que Dios se manifestó y nos dio un poco de su luz”, fue el comentario de uno de los participantes. Después de haberse sumergido en la dimensión de la unidad nacida en el contexto cristiano, la mirada se dirigió a la realidad musulmana. El estudioso Adnane Mokrani, árgelo-tunecino, profesor en el PISAI (Pontificio Instituto de Estudios árabes e Islamitas en Roma), habló de la crisis que atraviesa hoy el Islam. Invitó al público a no dejarse tomar por las diversas teorías complotadas y a no atribuir la culpa a los otros, a ponerse a discutir, sin caer en el desaliento, porque «la mayoría de las personas desean la paz, tal vez son una mayoría inactiva… Pero somos nosotros, en cambio – afirmó con fuerza- una minoría activa la que debe hacer de todo para que esta mayoría se despierte. Es nuestra función»
Amer el Hafi, profesor de Religiones comparadas en la Universidad de Amán (Jordania), en conexión a través de skype, dijo: “Dios es grande, quiere decir que es más grande que nuestros miedos, que nuestros problemas y nuestras desgracias: es la llave de nuestra esperanza y de nuestra vida. Pero lamentablemente esta expresión hoy se ha convertido en signo de muerte”. Junto con el profesor Adnane Mokrani, respondieron a algunas preguntas espontáneas de la sala. Fue muy apreciada la presencia del arzobispo emérito de Argelia, Monseñor Henri Teissier, profundo conocedor de la cultura argelina y del Islam y de Monseñor Jean Paul Vesco, obispo de Orán. Ellos explicaron que «la amistad fundada en la comunión espiritual es el ápice del diálogo entre las religiones, con sus diferencias». Los jóvenes musulmanes argelinos del Movimiento animaron la asamblea con músicas y cantos. La visita al mausoleo del místico Sidi Boumediéne, introducida magistralmente por el estudioso argelino Dr. Sari-Ali Hikmet, ofreció a los congresistas una inmersión en la espiritualidad, en el arte y en la cultura musulmana. Después visitaron el museo El Mechouar, palacio de la dinastía zianide, la gran Mezquita y el moderno Centro de Estudios Andalusíes. Antes de dejar Tlemcen, Jesús Morán, resumió la experiencia vivida: «Se trató no sólo de estar de acuerdo sino de ser uno, de vivir la misma experiencia de Dios, de compartir lo que tenemos en lo más profundo». Jean-Louis Marechal
La intervención de Aziiz, joven iraquí, fue recibida con un largo aplauso. Los ojos brillantes de los más de mil participantes en el Congreso Gen estaban fijos sobre su rostro enjuto que revelaba el drama que él y su familia vivieron en Qaraqosh, un pequeña ciudad de la Llanura de Nínive, cuando llegaron los milicianos del así llamado estado Islámico. «Antes de contarles mi historia – dijo Aviiz desde el escenario –, quiero hacerles una pregunta: ¿han pensado alguna vez que un día podrían perderlo todo? La casa natal con todos tus recuerdos más hermosos, tus amigos, tus sueños, tu gente? Esto es lo que me ha sucedido a mí …». El dolor de los momentos vividos huyendo de su ciudad con la familia hacia el Kurdistán iraquí, todavía es visible en sus ojos: «Me he preguntado por qué me ha tocado vivir este calvario, pero justamente ahí empezó la experiencia, la de encontrarme viviendo con Jesús, el Abandonado. Me parecía estar en una película de acción, en la cual ya no lograba distinguir entre lo real y la ficción: mareas de personas que avanzaban a pie para encontrar una vía de fuga, lágrimas, gritos. Estaba casi petrificado por el dolor, pero me dije que quizás podría hacer volver la sonrisa a quien estaba cerca de mí. Con nosotros estaba una comunidad de la religión Yazidi, personas que tenían aún más necesidad de ayuda porque el Isis había cometido verdaderas torturas con esta gente. He olvidado mis miedos y angustias para estar con ellos y sostenerlos». Aziiz, junto con sus padres, ahora está refugiado en Francia, una opción difícil, con mil desafíos que enfrentar pero nunca se ha sentido abandonado por el amor de Dios que, «con su mano imperceptible continúa enjugando nuestras lágrimas, aligerando nuestros sufrimientos. Nosotros jóvenes tenemos un enorme potencial para cambiar el mundo, empezando por las cosas pequeñas: o vivimos para cambiar algo y mejorar esta tierra o nuestra vida no tiene sentido».
Las palabras de Chiara Lubich, dirigidas a los gen 2 en 1967, resultan más actuales que nunca y proféticas: «Rumores y noticias de guerras entristecen el horizonte del mundo. Quizás en Oriente Medio o en Extremo Oriente algún gen amigo nuestro (…) ha estado o está ahora en peligro de muerte. Nuestro mismo objetivo – el de promover la paz en el mundo – parece dolorosamente comprometido. ¿Qué hacer? No nos desanimemos (…) Las bombas caen y destruyen casas y matan a personas. ¡Qué el amor se difunda con mayor rapidez para construir una sociedad nueva y un mundo nuevo». «Han pasado 50 años pero todavía somos esa generación que no se detiene – expresó Gloria de Uganda – y que aún quiere vivir el ideal que Chiara nos dio». Damián de Argentina agregó: «Para nosotros es un momento de fiesta. Hemos recorrido estos 50 años del Movimiento Gen recorriendo los momentos más importantes, tratando de revivir cada palabra que Chiara nos dio». Testimonios de varios continentes, reflexiones, diálogos, cantos, música se alternaron para celebrar estos años de vida de la segunda generación de los Focolares, vividos con gran intensidad. Maria Voce, presidente del Movimiento, en un video-mensaje, invitó a los jóvenes a seguir el designio de amor que Dios tiene para cada uno, siguiendo el ejemplo de Jesús que eligió la Cruz, el amor hasta el fin, para estar preparados con generosidad a comprometerse a favor de un mundo de paz. Jesùs Morán, copresidente de los Focolares, en un diálogo intenso y más abierto que nunca, los animó a vivir prodigándose en el amor a los hermanos, eligiendo a los últimos, a los despreciados por la sociedad, en un mundo cada vez más fragmentado y dividido. Más de mil jóvenes vuelven a sus lugares de origen tomando en serio la consigna profética de Chiara Lubich: «Será la segunda generación la que hará resonar el grito de Jesús Abandonado hasta los últimos confines de la tierra … Y en aquel grito el mundo entero volverá a esperar». Patrizia Mazzola
«Acompañamos en alegría y con inmensa gratitud el retorno de Aletta a la casa del Padre. No podríamos tener un modelo mejor de alguien que “da su vida sin medida”, como nos sugiere el lema de hoy». María Voce anuncia así a los miembros del Movimiento la muerte de Vittoria Salizzoni, que expiró serenamente esta mañana, 22 de noviembre, pocos días antes de cumplir 92 años. Vittoria Salizzoni nació en Martignano (Trento) el 27 de noviembre de 1924; era la tercera de los ocho hijos de María y Davide Salizzoni. Durante 12 años vivió en Francia, donde emigró con la familia. En el 1941 regresó a Trento (Italia) y, en plena segunda guerra mundial, el 7 de enero de 1945 conoció a Chiara Lubich, con la que pasó muchos años de su vida. Junto con otros, Aletta llevó el “ideal de la unidad” a Oriente Medio, donde hoy hay muchas comunidades que viven la espiritualidad de la unidad, en diálogo y amistad también con personas de otras religiones. Una larga vida totalmente en donación.
Aletta Salizzoni primera a la derecha
Una tierra en la que los cristianos son menos del 1%, Argelia es el primer país musulmán que acogió la espiritualidad de la unidad en la mitad de los años ‘60. Años difíciles de transición y de desarrollo en esta área estratégica. Todavía sigue vivo el recuerdo de los monjes de Tibhirine, cuyo ejemplo trasciende las diferencias religiosas y nos remite a la esencia de la fraternidad del único género humano. «Chiara Lubich nos invitaba a no detenernos ante las dificultades del presente – recuerda Rosi Bertolasi, quien vivió durante 13 años en el Focolar de Argel –. Vista a través de sus ojos, la experiencia que estábamos haciendo se mostraba cargada de esperanza. Ya vislumbraba la vida que se desarrollaría en el futuro». «También el Card. Duval, quien entonces era Arzobispo de Argel – continúa – nos animó siempre, y hoy en día podemos afirmar con alegría que en Argelia, hombres y mujeres musulmanes, gracias a haber sido fieles al diálogo de la vida y a la presencia también en momentos difíciles, han desarrollado una experiencia propia de pertenencia al Movimiento de los Focolares». Además de la de Rosi, son numerosas las voces de quienes fueron testigos del inicio de esta aventura. Estamos en Tlemcen, (oeste de Argelia, a unos 60 km de Marrueco), donde el pasado 1-2 de noviembre se celebró el 50° aniversario de la llegada del Movimiento de los Focolares, que desde Argelia abrió las puertas a muchos países del norte de África y Oriente Medio. Estuvieron presentes Mons. Tessier, arzobispo emérito de Argel y Mons. Vesco, actual Obispo de Orán, Jesús Morán, copresidente de los Focolares, los responsables de los Focolares en varias regiones de Oriente Medio, entre ellas Siria, y naturalmente personas de todas partes del país. Precisamente en Tlemcen, en el actual “Centro Mariápolis Ulisse” – así llamado en memoria de Ulisse Caglioni (5 de marzo de 1943 – 1 de septiembre de 2003) uno de los focolarinos que han gastado su existencia para testimoniar la fraternidad sin ahorrar esfuerzos – el 15 de octubre de 1966, con una Citroën, llegó el primer grupo, viajando desde París. Lo recuerda como si fuera ayer Pierre Le Vaslot, focolarino francés actualmente en Italia. A su llegada, los tres – Pierre, Ulisse y Salvatore Strippoli – se encontraron ante un monasterio benedictino que había que reestructurar, construido en los años ‘50 por P. Walzer, abad alemán echado de Alemania por haber rehusado acoger a Hitler en la Abadía de Beuron. El monasterio está pegado a la ladera del monte, a 900 m. de altitud, a pocos pasos de la tumba del místico sufí Sidi Boumedienne, quien dejó una marcada huella espiritual en la región y más allá de ella. El lugar es muy adecuado para realizar encuentros, para la acogida y el diálogo. Ahí se respira paz y serenidad. En el Centro “Dar es Salam”, tal como se conoce en Tlem-cen, empieza entonces una aventura de presencia y de vida compartida con los habitantes de la ciudad.
«Fue una alegría para nosotros en Orán, ver que nuestro monasterio revivía – cuenta Thierry Becker, quien entonces era un joven sacerdote –. Pero ¿quiénes son estos focolarinos? Nadie había oído hablar de ellos. No son monjes ni curas, viven en comunidad. Vinieron para vivir la unidad y hacerla vivir a su alrededor. Los escuché hablar de su ideal, de Chiara Lubich, y aprendí a conocer su espiritualidad. Rápidamente se pusieron manos a la obra y Ulisse transformó esa casa en poco tiempo». Son años de experiencias continuas, como el contacto con el Imam Barkat. Los focolarinos lo ayudaron a salvar a su hijo pequeño, llevándolo al hospital en plena noche e insistiendo para que los médicos lo atendieran. Ese mismo Imam, el papá del pequeño Bahi, fue luego al Focolar para dictar unos cursos sobre los Hadices proféticos y transmitir así la correcta comprensión de sus escritos espirituales. Palabras conmovedoras llegan también de parte de los primeros jóvenes que visitaban el focolar de Tlemcen en los años ‘60 – Mourad, Bouziane, Farouk – quienes hoy están felices viendo a sus hijos y a las nuevas generaciones que llevan adelante ese ideal en el que ellos fueron los primeros en creer. Maria Chiara De Lorenzo