Movimiento de los Focolares

Centro Internacional Giorgio La Pira

Ene 13, 2013

El 13 de enero se celebra la Jornada mundial de las migraciones. Proponemos un fragmento de una entrevista al director del Centro Internacional que desde hace 35 años está al servicio de los estudiantes extranjeros en Florencia, un laboratorio permanente de educación a la paz.

Un soporte fundamental para los jóvenes que vienen de Asia, de Medio Oriente, de África, de Sudamérica y del Este de Europa proviene de estructuras como las del Centro internacional de estudiantil «Giorgio La Pira». ¿Cómo se concreta este compromiso?

«En marzo de 1978 –recuerda Maurizio Certini, director del Centro – ante la desorientación y la soledad vividas por muchos estudiantes extranjeros, la Iglesia florentina quiso ofrecer a estos jóvenes un lugar de las diferencias culturales o religiosas; un lugar abierto al diálogo, donde ayudarse recíprocamente a superar momentos difíciles y reunirse, como diría más tarde el Papa Juan Pablo II, el impulso «hacia una sociedad culturalmente más rica, más fraterna en su diversidad».

«La Diócesis y la ciudad respondieron con entusiasmo a la propuesta del Cardenal Giovanni Benelli, quien pidió una primera ayuda a Chiara Lubich y al Movimiento de los Focolares: varias familias florentinas, por ejemplo, ofrecen hospedaje en sus casas a los estudiantes que no tienen donde alojarse, como si fueran sus hijos. Era la posibilidad para los primeros voluntarios del Centro de amar con el mismo corazón universal de Dios, con la sensibilidad del hombre contemporáneo y la fuerza del Evangelio».

A lo largo de los años la estructura ha ido creciendo. Y hoy representa –como dijo recientemente el presidente de la CET, el Cardenal Giuseppe Betori – «la auténtica casa del pueblo». Es una Red moderna de relaciones personales, asociativas, institucionales. Aquí, de hecho tuvieron su sede las primeras asociaciones de estudiantes extranjeros, que fueron la base para la constitución de las Comunidades de inmigrantes, que en el futuro es auspiciable que puedan surgir –si bien con una dimensión más reducida- también en Pisa, Siena y Arezzo.

«Pero el auténtico sentido – subraya Certini – se expresa en los miles de rostros que se han encontrado y se encuentran, a menudo son jóvenes provenientes de naciones en conflicto entre ellas, que han hecho del “Centro La Pira” un laboratorio permanente de educación a la paz. Jóvenes que regresando a sus países –algunas veces gobernados por régimenes dictatoriales- pueden presentarse como auténticos recursos a la democracia y aspirar a ser una futura clase dirigente ».

Fuente: “Toscana Oggi”

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