Movimiento de los Focolares

Cien años de Frère Roger Schutz

May 12, 2015

Recordamos al fundador de Taizé, a cien años de su nacimiento. Entrevista a Gabri Fallacara, quien trabajó con Igino Giordani en el Centro Uno de los Focolares por la unidad de los cristianos.

Chiara Lubich, Gabri Fallacara, Frère Roger Schutz (1978).

Chiara Lubich, Gabri Fallacara, Frère Roger Schutz (1978).

El 12 de mayo se celebran los cien años del nacimiento de Frère Roger Schutz, fundador de la Comunidad de Taizé. ¿Cuándo lo conociste por primera vez? «En el mes de agosto de 1974, se llevó a cabo en Taizé – Borgoña, el Concilio de los Jóvenes. Chiara Lubich me invitó a participar con algunos jóvenes franceses. Al llegar, los 40.000 participantes se encontraban con muchos carteles con la palabra “Silencio” en varios idiomas. Era una forma sencilla pero directa para introducirnos en una extraordinaria atmósfera de oración, un ‘espacio de creatividad’ tal como lo llamaba Frère Roger: nada de tabaco o alcohol, sino oración y diálogo entre todos, libertad y confianza. Había católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos, judíos, agnósticos… una composición que reflejaba la de los hermanos que vivían con Frère Roger, de la iglesia Reformada Calvinista. Schutz estaba siempre presente. Con sus rasgos dulces, mansos, que hablaban de Dios, saludaba a cada uno. Cuando escuchó que nos enviaba Chiara, teniéndome la mano dijo: “Estoy feliz de verla aquí, dígale a Chiara que la llevo en mi corazón”. En otro momento agregó: “Abracen a Chiara de mi parte”. En el documento final se reflejaba la fuerza y el compromiso de todos a vivir, sin reservas, las bienaventuranzas y ser “fermento de sociedades sin clases ni privilegios”. Un impulso a vivir lo inesperable, a vivir la paz, en la concordia». ¿Era la primera vez que el Prior de Taizé conocía a alguien del Movimiento de los Focolares? «No. Su encuentro con los Focolares se remonta a los años ’50. De esto habló él mismo en el prefacio del libro “Méditations” de Chiara, publicado en París en 1966: “Hace más de diez años acogí en Taizé a algunos jóvenes, chicas y chicos. Los escuché con tranquilidad y más los escuchaba, más entreveía en ellos la luz de Cristo. ¿Quiénes eran esos jóvenes? Los focolarinos. Luego nos volvimos a ver en varias ocasiones, no sólo en Taizé sino también en Roma, en Florencia, en Milán o en otros lugares, y vi siempre la misma luz de Cristo. Un día, que estaba en Roma, invité a Chiara Lubich, quien fundó esta familia espiritual de los focolarinos. Ese encuentro fue memorable. Luego volví a ver a Chiara en varias ocasiones, y la transparencia de esa mujer era siempre la misma página abierta de Evangelio. No olvido que Chiara fue elegida entre los humildes, los trabajadores, para confundir a los fuertes, a los poderosos de este mundo. Sé que a través de mujeres como Chiara, Dios nos dona un incomparable instrumento de unidad para nosotros los cristianos que estamos separados desde hace siglos por un largo divorcio”».
Chiara Lubich, Eli Folonari,

Chiara Lubich, Eli Folonari, Frére Roger Schutz

Un testimonio de estima y respeto recíproco entre los dos movimientos y entre los dos fundadores… «Las del prefacio son palabras que expresan la comprensión que Roger tuvo de la figura de Chiara como instrumento de unidad, para esa reconciliación entre los cristianos de distintas denominaciones que también él deseaba ardientemente. Chiara siempre tuvo una gran estima por él y apoyó su obra también concretamente. Por ejemplo, pidió a un focolarino que colaborara por un año en la organización del gran Concilio. Más tarde surgió la colaboración para el proyecto “Juntos por Europa”, en el que Roger estaba muy interesado. La Comunidad de Taizé estuvo siempre presente en las varias manifestaciones, y lo estará también en la que se está preparando para el 2016 en Múnich. Por primera vez algunos Movimientos de varias Iglesias se ponían de acuerdo para crecer juntos en la vida del Evangelio. Ya que cada uno de ellos cuenta con muchas personas, con esta novedad se entregó a la historia algo importante, que no pasa desapercibido». Tú lo conociste personalmente. ¿Qué nos puedes decir de Frère Roger como figura ecuménica? «Con Frère Roger se inauguró una nueva era. Se oraba los unos por los otros, se compartían dificultades y esperanzas. Roger Schutz nos dejó un mensaje de certeza. Empezó su obra acogiendo a refugiados y a personas en dificultad, reuniendo a muchos jóvenes. En su larga vida – falleció a los 90 años y fue una muerte especial, como es sabido – realmente experimentó el amor del Padre por la humanidad. Él fue transparencia de este amor divino. Me atrevería a decir que para él la oración era una clave que le permitía abrir el misterio de Dios y Roger tenía el sentido divino de la oración, fuera del tiempo. Él creía en la unidad entre los cristianos, creía de manera absoluta en ella, por lo tanto, empezó a realizar, junto a la gente, lo que se podía hacer en seguida: orar. La unidad llegará como un don de Dios».

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