110 sacerdotes, provenientes de 20 países africanos, se reunieron en Nairobi del 27 de julio al 4 de agosto para la “Panafrican Conference of Focolare Priests”. “En la Iglesia Familia de Dios: un camino para los sacerdotes hoy” es el título del encuentro. Con reflexiones, talleres y plenarias se afrontaron algunos de los desafíos más álgidos para la Iglesia en el Continente. ¿Qué tienen en común estos sacerdotes, de tan distinta extracción, llegados a la ciudadela de los Focolares “Piero Pasolini”, en los alrededores de Nairobi (Kenia)? Contribuir al redescubrimiento y a la actuación del designio de Dios sobre este continente, a la luz de la propuesta evangélica del Movimiento, presente en tierra africana desde hace casi cincuenta años. «Deseo de corazón que la presencia del Resucitado en medio de ustedes pueda ser una luz para entender cómo Jesús desea al sacerdote en nuestros días y cuál puede ser su servicio a la Iglesia de África, tan amada por todos nosotros y que tanto puede dar al mundo entero», escribió María Voce, presidente del Movimiento, en un mensaje enviado para la inauguración de la Conferencia. El Congreso expresó con la vida las grandes potencialidades de los sacerdotes africanos. Lo subrayó también la edad promedio de los presentes -35 años más o menos- muchos de los cuales ya con encargos de responsabilidad.
En África, definida por alguno de los mismos participantes como el “África de las crisis”, la realidad de la familia, tan fundamental en la cultura social y eclesial africana, ha asumido nueva luz e intensidad desde la óptica del amor recíproco y de la unidad del Evangelio. El descubrimiento de Jesús crucificado y abandonado, como clave de la reconciliación y la paz, llevó a no sentir que fuese utopía este reto, a entrar dentro de las heridas y a sentirse protagonistas de un camino de renovación y de comunión que tiene como medida el amor sin medida de Cristo. Todo se desarrolló según un ritmo de escucha e intercambio, con meditaciones y reflexiones, momentos de comunión y de estudio en grupos y plenarias para comunicar y tratar de integrar dicha visión en una propuesta cultural y vital para la Iglesia en África. Todo enriquecido con experiencias de vida ya en acto “donadas –como escribió uno de los participantes- bajo la forma de narraciones ciertamente no científicas y sin embargo con un estilo familiar, ordenado, que llevaba a meditar”.
Se renovó así la conciencia del llamado, a redescubrirse en el fondo del corazón como hombres de Dios llamados a evangelizar África con las armas del espíritu del amor y de la unidad. Con la capacidad de ir contra la corriente, como subrayó durante su intervención en el Congreso, el Nuncio Apostólico de Kenia, Mons. Paul Alain Lebeaupin. Mientras que el Arzobispo de Mombasa, Boniface Lele, invitó a los presentes a tener una gran apertura y a ayudarse recíprocamente entre sacerdotes, para ser, con toda la humanidad, coherentes servidores de la “Familia de Dios”.
Las naciones de proveniencia iban desde el Atlántico hasta el Mar Índico, abrazando la parte central y austral de África: Guinea-Bissau, Burkina Faso, Costa de Marfil, Sierra Leona, Togo, Benín, Nigeria, Camerún, República Centroafricana, Gabón, República Democrática del Congo, Angola, Zambia, Sudáfrica, Kenia, Tanzania, Uganda, Ruanda, Burundi y Madagascar. A cargo del Centro Sacerdotal de los Focolares
Sanar las heridas que encontramos en los demás
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