De acuerdo a la constante invitación del Papa Francisco de dejarnos asombrar por el amor siempre nuevo de Dios, treinta y dos obispos amigos de los Focolares, provenientes de Corea, Mongolia, Filipinas, Tailandia, Myanmar, India, Pakistán, Japón, Taiwán y Sri Lanka, se reunieron en Seúl (Corea) desde el 22 al 25 de mayo para compartir experiencias y ahondar la realidad viva de la “Iglesia- comunión”
Las naciones que componen el continente asiático son distintas entre sí por su idioma, etnia, religión, tradiciones, y también las situaciones que la misma Iglesia vive son muy diferentes. Los obispos encontraron en esta variedad una oportunidad de enriquecimiento recíproco: “Hemos dado amplio espacio a la comunión espiritual y al conocimiento recíproco –escriben- Así llegamos a descubrir una enorme riqueza de vida, traducida en muchas experiencias muy concretas surgidas del Evangelio vivido en los diversos ambientes: en los seminarios, parroquias, lugares de personas marginadas por su discapacidad o pobreza material. El amor a Jesús en el hermano ha sido el incentivo que nos ha empujado a acercarnos a nuestros prójimos y a tratar de aliviar, dentro de lo posible, sus llagas”.
También la Nueva Evangelización fue tema de reflexión: ella exige una conversión personal y un nuevo anuncio del amor de Dios a la población asiática a través del diálogo con las múltiples tradiciones religiosas y la apertura radical hacia aquellos que sufren.
La misa final concelebrada, concluyó con un solemne pacto de amor recíproco; y el compromiso de amar la diócesis del otro como la propia. Este pacto selló la experiencia de vida compartida. Para mantener vivos y multiplicar las relaciones construidas, muchos de los presentes se comprometieron a utilizar lo mejor posible los medios más rápidos de comunicación como el skype o las video conferencias.
El arzobispo de Bangkok Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, moderador de los encuentros de los obispos amigos de los Focolares, explicó que el haber podido compartir las diversas experiencias realizadas en los resultados positivos y en las dificultades de la vida, creó relaciones fraternas de comunión profunda entre los participantes logrando que se experimentara entre todos la presencia de Cristo Resucitado. Esta presencia ha dado nueva fuerza y alegría para retomar el servicio en las respectivas diócesis, con el amor de pastores cercanos al propio rebaño, según el ejemplo indicado por el Papa Francisco.
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