Desde hace meses el flujo de refugiados no se detiene: viven en un estado de emergencia en las islas de Lesbos, Kos, en Atenas y en Idomeni. Son numerosas las asociaciones laicas o religiosas –ortodoxas, católicas, protestantes- y las ONG que no cesan de estar presentes para socorrer y aliviar los grandes sufrimientos de estas personas. La comunidad del Movimiento de los Focolares, aunque es pequeña, tanto en Atenas como en Salónica (Grecia),, ha abierto los brazos y el corazón, colaborando con varias asociaciones, entre las cuales la Cáritas, la Comunidad Papa Juan XXIII y otras. «Especialmente en Atenas –escriben- fuimos a varios campos de refugiados que se abren y se cierran según es el flujo migratorio. Hemos involucrado a colegas y amigos en la recolección de comida e indumentaria para llevar a los varios centros de acogida. Desde Salónica todas las semanas, varias personas de la comunidad de los Focolares van a la frontera con Macedonia para llevar socorro y ayudas urgentes, con la colaboración de Cáritas».
«Fui con algunos amigos y colegas de trabajo a un campo donde todos los días llegan entre 500 y 1000 personas –escribe Mariangela, del focolar de Atenas-. Ayudamos en la distribución de las comidas, en la selección y clasificación de las cosas, jugamos con muchos niños. Dan ganas de decirles alguna palabra para compartir sus pesos, pero a veces el idioma nos lo impide. No nos queda más que comunicarnos con la sonrisa, con una caricia, con gestos concretos. Al final sentimos que algo pasa. Todo paree poco en este mar de desesperación, pero intentamos dar al menos una gota de amor». Maristella Tsamatropoulou, trabaja en el equipo nacional de Cáritas Griega: «La actual emergencia de los refugiados no hace más que ampliar el panorama de ayudas que la Cáritas ya había activado para aliviar la crisis socio-económica griega». Se trata, explica «de ayuda humanitaria que se distribuye a través de comidas, artículos de primera necesidad tanto en las islas como en donde los asentamientos lo requieren… Pero nos encargamos también del hospedaje en albergues, donde es muy importante también la presencia de animadores para los niños, de psicólogos y el ofrecimiento de la posibilidad para asearse. Los programas estructurados y apoyados financiariamente por el exterior no podrían concretarse sin la cadena de solidaridad de los voluntarios que participan en primera fila o en la retaguardia (sensibilizando y recogiendo lo necesario)».
En la isla de Siros, en una cafetería los propietarios involucraron a los clientes en actividades de solidaridad, recogiendo medicinas, comida, ropa y en la iniciativa “un café pendiente…” con la que se puede dejar un café pagado para quien no puede. ¡Para Navidad llegaron a 235! Siguiendo el ejemplo, algunos panaderos han lanzado la idea de “un pan pendiente…”. «Estamos impresionado por la generosidad y la solidaridad de la gente» – escriben todavía de la comunidad de los Focolares- «el pueblo griego, a pesar de la grave crisis que vive, está sacando todo su potencial de fraternidad, hacia los más pobres, encontrando energías inesperadas y creatividad para aliviar a muchas personas. ¡Es una verdadera lección de humanidad!».
Sanar las heridas que encontramos en los demás
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