Noviembre 2020

¿Quién no ha llorado nunca en su vida? Y ¿quién no se ha cruzado con personas cuyo sufrimiento rebosa entre las lágrimas? Hoy, cuando los medios de comunicación nos traen a casa imágenes de todo el mundo, corremos el peligro de acostumbrarnos, de endurecer el corazón ante una corriente de dolor que puede llegar a arrollarnos.

También Jesús lloró (cf. Jn 11, 35; Lc 19, 41) y conoció el llanto de su pueblo, víctima de la ocupación extranjera. Muchos enfermos, pobres, viudas, huérfanos, marginados y pecadores acudían a Él para escuchar su Palabra sanadora y ser curados en el cuerpo y en el alma.

En el Evangelio de Mateo, Jesús es el Mesías que cumple las promesas de Dios a Israel, y por eso anuncia:

«Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados».

Jesús no es indiferente a nuestra tribulaciones, y se implica personalmente en curar nuestro corazón de la dureza del egoísmo, en colmar nuestra soledad y dar fuerza a nuestra acción.

Así dice Chiara Lubich en su comentario a esta misma Palabra del Evangelio:

«[…] Con estas palabras suyas, Jesús no quiere ofrecer a quien es infeliz una simple resignación, prometiéndole una compensación futura. Él piensa también en el presente. Pues su Reino, aunque no de manera definitiva, es ya aquí. Es presente en Jesús, el cual, al resucitar de una muerte sufrida con la mayor aflicción, venció a la muerte. Y está presente también en nosotros, en nuestro corazón de cristianos: Dios está en nosotros. La Trinidad ha hecho morada en él. Así pues, la bienaventuranza anunciada por Jesús puede hacerse realidad ya desde ahora. […] Los sufrimientos pueden perdurar, pero hay un nuevo vigor que nos ayuda a llevar las pruebas de la vida y a ayudar a los demás en sus penas, a superarlas, a verlas como Él las vio y las aceptó: como medio de redención»[1].

«Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados».

Siguiendo las enseñanzas de Jesús, podemos aprender a ser, los unos para los otros, testigos e instrumentos del amor tierno y creativo del Padre. Es el nacimiento de un mundo nuevo, que sanea desde la raíz la convivencia humana y atrae la presencia de Dios entre los hombres, fuente inagotable de consuelo para enjugar las lágrimas.

Lena y Philippe, libaneses, compartieron así su experiencia con los amigos de su comunidad eclesial: «Queridos todos, os damos las gracias por vuestras felicitaciones de Pascua, tan especial este año. Estamos bien y procuramos estar atentos para no exponernos al virus. Sin embargo, como estamos en primera fila en la acción «Parrainage Liban»[2], no siempre podemos quedarnos en casa; salimos cada dos días más o menos para proveer a las necesidades urgentes de varias familias: dinero, ropa, comida, artículos de farmacia, etc. Ya antes de la Covid-19 la situación económica del país era muy dura, y ahora ha empeorado, como en todo el mundo. Pero la Providencia no nos falla: lo último lle la semana pasada de un libanés que vivía fuera del país. Le pidió a Lena asegurar una comida completa, tres as a la semana, para doce familias durante todo el mes de abril. Una bonita confirmación del amor de Dios, que no se deja vencer en generosidad».

Letizia Magri

[1] Palabra de vida, noviembre de 1981: C. LUBICH, Palabras de Vida/1 (1943-1990)  (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 230-231.
[2] Explica Lena: «La acción Parrainage Liban (Apadrinamiento Líbano) nació en 1993 de un grupo de familias que viven la Palabra de vida, para ayudar a una madre con 5 hijos y con su marido en la cárcel. Hasta ahora hemos ayudado a unas 200 familias de todo Líbano de diversas religiones. Las personas que colaboran se ingenian como pueden para que esas familias recobren la autonomía: visitas domiciliarias, búsqueda de alojamiento y trabajo, ayudas en los estudios. Nos sostienen económica­mente un centenar de personas y empresas que creen en nuestra acción».

 

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«Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» (Mt 5, 5).

6 Comments

  • La religione vuole a tutti i costi consolare creando l’aspettativa di un dopo vita migliore che ripaghi delle sofferenze terrene…»gli ultimi saranno i primi»…ma mi chiedo quale sia la colpa di chi sulla terra soffre meno di altri…direi nessuna.

  • Lo que nos dice esta bienaventuranza es que apesar de las circunstancion en las que estemos Dios siempre nos ayudara por que el es grande y grande es su mirericordia, por eso nos dice «Bienaventurados los que lloran por que ellos recibiran consolacion…
    El nos cubre con su sangre presiosa y gracias a el podremos superar cualquier cosa que se intervenga en nuestro camino.

  • Hoy estoy pasando por un gran dolor. Mi madre esta muy molesta conmigo no le puedo decir nada porque se enoja más. No encuentro manera de decirle lo que siento. ¿Qué puedo hacer?

  • Leggo: «Oggi poi, che i mezzi di comunicazione portano nelle nostre case immagini da tutto il mondo, rischiamo addirittura di abituarci, di indurire il cuore di
    fronte al fiume di dolore che rischia di travolgerci.» Io penso proprio il contrario, le immagini da tutto il mondo addolciscono i nostri cuori, e ci spronano più che mai, più di prima sicuramente, ad andare verso gli afflitti di ogni tipo. Iniziare con una nota positiva non sarebbe male, di tanto in tanto.

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