Veinte años después de la publicación de la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" de san Juan Pablo II, Margaret Karram, Presidenta del Movimiento de los Focolares, intervino en el Congreso con el título “Contemplar a Jesús con los ojos de María” que se realizó el 19 de octubre de 2022 en el Santuario mariano di Pompeya (Nápoles-Italia).

Estoy infinitamente agradecida a Dios y profundamente conmovida por participar en este evento que reaviva en nosotros el amor a María y nos hace revivir los dones del año dedicado al Rosario, proclamado por san Juan Pablo II en 2002.

Lo que más me ha impactado hoy de la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, veinte años después de su publicación, es su extraordinaria actualidad y, en particular, la llamada apremiante a rezar el Rosario para pedirle a la Virgen el don de la Paz.

Y no podría ser de otra manera, en estos meses en los que estamos viviendo 'en directo' y a diario el dolorosísimo conflicto entre Rusia y Ucrania a las puertas de Europa, pero no solo, si pensamos también en otros países en conflicto más o menos divulgados por los medios de comunicación como Yemen, Siria, Libia, Afganistán, y otros...

El Papa Juan Pablo II, que ya en 2002 preveía una escalada de violencia en varias partes del mundo, escribió: Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que solo una intervención de lo Alto, capaz de orientar los corazones de quienes viven en situaciones conflictivas y de quienes dirigen los destinos de las naciones, puede dar esperanza a un futuro menos oscuro”.1

Y seguía diciendo: “El Rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, Príncipe de la paz y «nuestra paz» (Ef 2, 14)”. Quien interioriza el misterio de Cristo –y el Rosario tiende precisamente a eso– aprende el secreto de la paz y hace de ello un proyecto de vida”.2

Vida interior y oración

Les confieso que recientemente he sentido más fuerte que nunca la llamada a buscar la relación con Dios, a dedicar tiempo a la oración.

Me di cuenta de que mis días estaban marcados por una agenda llena de citas, y al tener que elegir a qué dar prioridad, sentí en mi interior la llamada a lo esencial, a enraizarme en Dios: Aquel por quien elegí vivir. Solo así, estaba segura, podría contribuir a orientar mi vida y la del Movimiento de los Focolares cada vez más hacia el Evangelio, la raíz de todo.

De ahí nació la exigencia de proponer a todo el Movimiento de los Focolares para los próximos meses, profundizar en la vida interior y en la oración, para que individuos y comunidades enteras puedan redescubrirla y vivirla como un verdadero coloquio y un diálogo sincero con Dios.

Chiara Lubich, nuestra fundadora, nos recordó varias veces que rezar es un acto profundamente humano. Así lo explicó en un discurso en 1998: Que rezar sea connatural al hombre, resulta evidente cuando conocemos a nuestros hermanos de otras religiones. Entre ellos se descubren textos de oración de una extraordinaria belleza, que dan testimonio de una acción de Dios secreta, pero eficaz, que siempre impulsa al hombre a rezar. El ser humano decía Chiara es realmente sí mismo: si reza”.3

Y había querido subrayar: Así como Jesús estaba siempre en comunión con su Padre siempre ante Él – así debería ser también para nosotros, los cristianos”.4

Pero hay un pasaje, también de Chiara Lubich, que me acompaña y es una llamada constante al valor único de la oración. Estas son sus palabras: " Poder estar en comunión con el Omnipotente y hacerlo tan pocas veces, tan de prisa y, a menudo, con desgana. Al final de la vida nos arrepentiremos de haber dado tan poco tiempo a la oración”.5

El rezo del Rosario, una invitación a la contemplación

El rezo del Rosario es, sin duda, una invitación a la contemplación, como afirma el Papa. Y en tiempos frenéticos como los de hoy, en los que a menudo no logramos detenernos a mirar al "otro", a los "otros", a entrar en sus historias, en sus sufrimientos, en sus necesidades; poder contemplar el rostro de Dios es necesario, yo diría que indispensable para volver a aprender a amar a quienes están ante nosotros.

En el rezo del Rosario María nos lleva a contemplar los misterios salvíficos de la vida de Jesús. María vivía con los ojos fijos en Cristo y atesoraba cada una de sus palabras: "Guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2,19), nos dice, de hecho, el Evangelio de Lucas.

San Juan Pablo II escribe que son los recuerdos de la vida vivida junto a su Hijo, Jesús, que María guardaba en su alma, los que dieron vida al Rosario, misterio tras misterio. Por eso, nadie como la Madre puede acompañarnos mejor para comprenderlos.

“Estos acontecimientos no son solamente un 'ayer' escribe el Papa en la Encíclica son también el 'hoy' de la salvación”6.

¡Qué verdaderas son estas palabras! Y cuánto estamos redescubriéndolas en estos tiempos tan llenos de dolor: el Rosario es un instrumento potente de salvación que ahora se está valorizando cada vez más en las parroquias, comunidades, familias y grupos.

El Papa Juan Pablo II solicitó a Chiara Lubich divulgar el Santo Rosario

Recuerdo bien cuando, en 2002, Juan Pablo II escribió a Chiara Lubich para que les confiara también a los focolarinos la tarea de cooperar en la difusión del Santo Rosario, especialmente en ese año dedicado a él.

¿Por qué? Tal vez porque el Movimiento de los Focolares se llama oficialmente "Obra de María" y Chiara siempre pensó que fue Ella quien desarrolló la espiritualidad de comunión que contribuye a realizar el testamento de Jesús, "que todos sean uno" (Jn 17,21).

A este propósito, quisiera relatar aquí un hecho de los primeros tiempos, es decir, cuando a principios de los años 40, estaba naciendo en Trento la primera comunidad de los Focolares en torno a Chiara.

Ella misma cuenta: "Un día, en medio de un terrible bombardeo – estábamos en tiempos de guerra– (...), cubierta de polvo denso, al levantarme del suelo (...), casi milagrosamente, en medio de los gritos de los presentes, calma y llena de paz, advertí haber sentido en el alma un profundo dolor mientras estaba en peligro de vida: el de no poder volver a recitar, aquí en la tierra, el Avemaría.

En aquel entonces no podía comprender el sentido de aquellas palabras. Más tarde, cuando las cuentas de un rosario vivo – se trataba del primer grupo de focolarinas– se iban desplegando, y Dios, eligiendo casi flor a flor, iba componiendo esta Obra que ahora es toda de María, comprendí ese lamento.

Tal vez estaba en los planes de Dios que se elevara una alabanza a Ella en esta época en la que las mejores gemas fueron engarzadas por los Papas en su corona: ¡Inmaculada, Asunta, Reina!”.

“Pero esta Avemaría, anhelada, tenía que estar formada por palabras vivas, de personas que, casi como otras pequeñas María, diesen el Amor al mundo".

“Las cuentas de un rosario vivo! ¡Palabras vivas! ¡Otras pequeñas María!7.

María, en el “hilo de oro” de mi vida

También personalmente, mirando atrás, veo muchos puntos luminosos que me han vinculado a María durante toda mi vida.

Nací en Tierra Santa, una tierra bendecida, aunque atravesada por tensiones y conflictos, pero puedo afirmar que desde pequeña todos los momentos de oración eran sagrados para mí: por la mañana, por la tarde, o participando en la Santa Misa y en la Eucaristía.

Mis padres, ocho días después de mi nacimiento, inmediatamente después de mi bautismo, me llevaron al Santuario del Monte Carmelo, cerca de nuestra casa en Haifa, y me consagraron a la Virgen. Así lo atestigua mi nombre completo: Margaret María. Además, cada una de mis hermanas lleva el nombre de María: María Teresa, Ana María.

También debo decir que era especialmente bonito cuando nos reuníamos en familia para rezar juntos el Rosario.

Está muy vivo en mí el recuerdo del mes de mayo, en el que todos los días estaban dirigidos a María, tanto por la oración como por el deseo de hacer muchos gestos de amor dedicados a Ella.

Además, mi padre y mi madre fueron los primeros en Tierra Santa que iniciaron las reuniones de la asociación Legión de María, incluso antes de casarse, formando grupos que pronto se multiplicaron en varias ciudades, con gran número de participantes. A los 12 años, en el colegio, mi hermana y yo también empezamos a participar en esta. Me encantaba, quería ser esa hija de María, "soldado de María", dispuesta a luchar para llevar la justicia y el amor a mi sociedad.

Hacíamos muchas actividades a favor de los necesitados, luego estaba el rezo del Rosario, la Adoración al Santísimo... Pero en un momento dado solo quedamos unos pocos, el entusiasmo empezó a decaer, hasta que el grupo se disolvió. Sentí un gran dolor porque me preguntaba: '¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo amar a María y hacer algo por Ella?".

Cuando tenía 14 años conocí el Movimiento de los Focolares. Sentí dentro de mí que la Virgen me decía: “No te preocupes, yo te abriré otro camino y poco después sentí que me llamaba a seguirla. Seguí cultivando una fuerte relación de confianza con María, a tal punto que con 17 años pensé hacer una novena a la Virgen del Carmen para pedirle que me ayudara a comprender mi camino.

Y precisamente después de esos días descubrí mi vocación.

Un deseo recurrente en mi alma era también: “amar a Jesús con el corazón de María”, porque sentía que “para amar, hay que tener el corazón de María”. El mero hecho de pensar en ello me ampliaba la mirada, me hacía superar prejuicios, acercarme a los que eran diferentes a mí, afrontar los contrastes de mi país, estar abierta al diálogo.

Serían muchas las experiencias hechas a lo largo de los años, en varias partes del mundo, en las comunidades de los Focolares en las que he vivido. Pero, ¡quién sabe cuántos de los aquí presentes tendrán experiencias maravillosas de confidencia con la Virgen!

Para concluir

Quisiera concluir ahora con una experiencia de Chiara Lubich, que hasta hoy me acompaña. Chiara cuenta que entrando un día en la iglesia, dirigiéndose a Jesús con el “corazón lleno de confianza” le preguntó: “¿Por qué quisiste quedarte en la tierra, en todos los lugares de la tierra, en la dulcísima Eucaristía, y no encontraste, Tú que eres Dios, un modo de traernos y dejarnos también a María, la Madre de todos nosotros que estamos en camino?”.

Y Chiara continúa: “Desde el sagrario, en el silencio parecía responder: ‘No la dejé porque quiero volver a verla en ti, en ustedes. Aunque no sean inmaculados, mi amor los purificará, los virginizará y ustedes abrirán los brazos y el corazón de madres a la humanidad, que, como entonces, tiene sed de su Dios y de la Madre de Él.

A ustedes, pues, les corresponde mitigar los dolores, cerrar las llagas, enjugar las lágrimas. Canten las letanías y traten de reflejarse en ellas’"8.

Estas palabras me dieron alas para reflejarme en María, para creer en su ayuda y para querer testimoniar y transmitir su amor.

¡Cuánto dice ese rosario que vemos en su mano, también en nuestra hermosa Basílica de Pompeya! María reza por nosotros y nos lo ofrece para que también nosotros podamos rezar y vivir siguiendo a Jesús.

Siento fuertemente y quisiera transmitírselo también a ustedes, que María hoy más que nunca me invita, nos invita, a imitarla: pero ¿cómo? Recogiendo cada lágrima, cada grito..., cada desesperación con la que estamos en contacto; nos llama a revivirla para dar amor, para “liberar del odio los corazones”, como dijo el Papa Francisco9, y ser por todas partes semillas de esperanza para el mundo.

¡Les agradezco su escucha!

Margaret Karram
Santuario de Pompeya (Nápoles-Italia)

19 de octubre de 2022

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1 JUAN PABLO II, Carta Encíclica Rosarium Virginis Mariae (16 de octubre de 2002) n. 40
2 Ibid. 40
3 Chiara Lubich, A los dirigentes del Movimiento de los Focolares, 28.09.1998.
4 Ibid.
5 Chiara Lubich, Escritos Espirituales/1, El atractivo de nuestro tiempo, Ciudad Nueva,1995, p. 271.
6 JUAN PABLO II, Carta Encíclica Rosarium Virginis Mariae (16 de octubre de 2002) n. 13
7 Cf. Chiara Lubich, María transparencia de Dios, Ciudad Nueva, Madrid 2003, p. 20.
8 Chiara Lubich, Escritos Espirituales/1, El atractivo de nuestro tiempo, Ciudad Nueva,1995, p. 57-58
9 Cf. Papa Francesco, La Civiltà Cattolica, Quaderno 4135, p.3-9, Anno 2022, vol. IV, 1° ottobre 2022.

 

Contemplar a Jesús con los ojos de María

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