Servicio y sinodalidad
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  • Fecha de creación 10 marzo 2022
  • Última actualización 09/03/2022
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Cara a cara con la presidente de los focolares

Entre el 4 y el 7 de diciembre se realizaron los ejercicios espirituales para focolarinas y focolarinos en casi todas las regiones del mundo. Hubo algunos momentos de conexión on line con lo que se desarrollaba en Castel Gandolfo con una presencia reducida de acuerdo con las normas de prevención frente al Covid-19. Uno de estos momentos fue la intervención de la presidente Margaret Karram el 4 de diciembre en la que respondió preguntas espontáneamente. Tomamos un extracto de la respuesta a una pregunta sobre el servicio, en referencia a lo que Margaret había subrayado después de ser elegida para dirigir el Movimiento de los Focolares hace un año.

(…) Lo que han dicho sobre el servicio es muy sencillo para mí, en el sentido de que lo primero es vivir las palabras del Evangelio. El servicio es lo que Jesús nos dijo que hiciéramos: "El primero entre ustedes sea su servidor". Otra frase: "Somos siervos inútiles e infieles". En estos meses  también estaba la Palabra de Vida: "El que quiera ser el primero entre ustedes, que sea su servidor”.

Una cosa que  se sumó a esto,  y que yo estaba intentando vivir, es  de  un encuentro que tuvimos con el Papa y con varios Movimientos de la Iglesia con motivo de la publicación del nuevo decreto. Allí el Papa habló mucho del servicio y subrayó que gobernar es servir. Para mí fue como una confirmación de que en estos años tenemos que ponerlo en práctica, en primer lugar porque es Evangelio, pero también porque sentí que si queremos vivir el carisma de Chiara tenemos que dar el testimonio de que cualquiera de nosotros, ya seamos responsables de focolares, de zonitas, no solo focolarinos sino también responsables de núcleo, de los Gen, tenemos que dar este testimonio: que quien tiene una responsabilidad, sea la que sea, está al servicio de los demás y que tenemos mucho que aprender unos de otros. Si lo hacemos, veremos realmente muchos frutos porque daremos el testimonio de que, ante todo, somos hermanos y hermanas.

Después, por supuesto, los que tienen una responsabilidad tienen una gracia, no podemos negarlo, pero una gracia en la que se pone de manifiesto esta gratuidad del amor, porque el siervo no espera nada, sirve, ama gratuitamente y está siempre dispuesto a servir.

Este era el deseo: que, en todo el mundo, en todas nuestras relaciones, en todo lo que hacemos, podamos ser estos servidores como Jesús en favor de todos nuestros hermanos, sean los que sean, para dar esta cercanía y saber a quién servimos: antes que nada, a Jesús en cada hermano y en cada hermana, y por amor a Él servimos a todos.

Para mí es esto. Por eso dije que en estos cinco años podría ser la frase clave: que cualquier gobierno en la Obra, todo lo que hagamos desde el Centro en favor de las zonas que sea precisamente al servicio de todos.

Tuve esta maravillosa experiencia de sinodalidad en la apertura del Sínodo durante dos días. El primer día fue cuando vino el Papa y nos habló, luego en la misa de inauguración. El primer día que vivimos esta experiencia, además de los discursos que escuchamos, tuvimos talleres por la tarde. Yo estaba en un grupo de habla inglesa con un cardenal, un obispo, un sacerdote, cuatro o cinco jóvenes de varias partes del mundo, y yo representando un Movimiento; así que había un pueblo de Dios de varias realidades eclesiales del mundo, con jóvenes muy entusiastas, y teníamos que hacer este ejercicio durante dos horas. Cada vez teníamos tres minutos para que cada uno dijese lo que pensaba, cómo estamos viviendo el Sínodo en nuestro ambiente. En primer lugar, teníamos que escucharnos, y debo confesar que, para mí, en la primera ronda no fue tan fácil, porque intentaba escuchar, pero estaba preocupaba por lo que tendría que decir.

Así que cuando llegó mi turno dije lo que pensé decir. Luego, cuando terminó este turno, pensé: ahora pasaremos a otra pregunta. Pero nos contuvieron, nos dijeron: "Ahora hagamos un momento de silencio y cada uno de nosotros piense si lo que hemos escuchado de los demás ha cambiado nuestro punto de vista y si tenemos algo más que decir".

Así que empezamos de nuevo, y esto duró por cuatro veces, durante dos horas, cada vez todos en la ronda y cada uno tenía solo tres minutos.

Para mí fue una experiencia muy fuerte porque decía: esto es la sinodalidad, esa escucha profunda por la que escuchas al otro sin preocuparte de lo que tienes que decir. Y no solo, sino también acogiendo una idea que puede ser muy diferente, que para otra cultura nunca la habrías pensado, y que puede formar parte de ti, y que puedes cambiar tu idea porque has escuchado a los demás.

Al final nos dimos las gracias recíprocamente porque habían sido dos horas maravillosas con gente que no habíamos visto nunca. Salí y dije: en el fondo esto es lo que Chiara siempre nos ha enseñado: el hacernos uno más profundamente, una escucha más profunda, y tener a Jesús en medio para vivir uno en el otro y tener la idea de la unidad: de Jesús entre nosotros. Por eso ha reavivado en mí lo que el carisma nos pide, y pensé: esta es la mayor contribución que podemos dar también como Movimiento de los Focolares a este período de preparación del Sínodo, pero haciéndolo con seriedad. Porque para mí fue una conversión -debo decirlo- que me cambió por dentro, porque había cosas que no habría dicho que podrían ser puntos lineales, fundamentales para un camino sinodal. Pero al escuchar a todos, algo cambió dentro de mí.

Margaret Karram


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