Movimiento de los Focolares

El coraje de la paz

Jun 10, 2014

Entrevista a Margaret Karram integrante de la delegación cristiana. Fue la única voz femenina en la oración de “invocación por la paz” que elevaron juntos el Papa Francisco, el Patriarca Bartolomé I, Shimon Peres y Abu Mazen. 8 de junio de 2014, una fecha inolvidable.

MKarramEs árabe cristiana nacida en Israel. Junto con la judía Yisca Harani, recibió el premio Mount Zion 2013, por “el importante aporte al desarrollo del diálogo entre las religiones y las culturas en Tierra Santa y a la comprensión entre judíos, cristianos y musulmanes”. Margaret Karram, miembro de la Comisión episcopal para el diálogo interreligioso de la Asamblea de Dirigentes Católicos de Tierra Santa y colaboradora con la dirección del “Interreligious Coordinating Council” en Israel (ICCI), reside ahora en el Centro Internacional del Movimiento de los Focolares y es ella quien presta su voz a la oración de San Francisco en el momento cristiano de la invocación a la paz, promovida por el Obispo de Roma, con Shimon Peres y Abu Mazen. Estaba presente también el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I. Transcribimos amplios extractos de la entrevista que le realizó Victoria Gómez de Cittá Nuova. ¿Qué impresión te llevas de este encuentro? «La primera impresión es la de haberme encontrado en un oasis de paz. Conozco bien los contrastes que impiden la paz, sin embargo en aquellas dos horas transcurridas juntos rezando, me parecía que, mientras se invocaba a Dios el don de la paz, él nos daba el modo de ver “desde lo alto”, para decirlo de alguna forma, el resultado de los esfuerzos humanos. Es cierto que el designio está aún incompleto, sin embargo me parecía que era el bordado de un tapiz: del revés se ven los nudos que debemos disolver, pero quien mira el bordado es Dios y Él ve el designio. Mientras se emitían las oraciones en hebreo y en árabe pensaba: “Dios las conoce y las comprende. El sabe actuar en la historia”. Percibí la potencia de la oración y comprendí que al corazón de los hombres lo puede cambiar solamente Dios. A nosotros nos corresponde tener la paciencia del artesano». Tu historia es una especie de pasaporte que te dio la posibilidad de participar en este evento… Desde pequeña vivo soñando la paz. Siendo niños nos preguntábamos: “¿Cuál es mi patria, cuál es mi lugar, quién soy yo?”. Ahora, a los 50 años, el sueño de esa patria no lo veo todavía cerca, pero hemos sembrado mucho. Debemos seguir haciéndolo. Es un deber hacia las nuevas generaciones. A ellos les debemos pasar la seguridad de que es un futuro posible, sin perder la esperanza ni agotarnos por el cansancio. Ayer además, era la fiesta de Pentecostés y la acción del Espíritu Santo “baña lo que es árido, sana nuestras heridas, doblega lo que está rígido…” Estabas representando el Movimiento de los Focolares por la invitación personal que el Papa Francisco te hizo…. MKarram_2Muchos, desde la presidente María Voce hasta los amigos de Belén y Jerusalén, me habían asegurado su particular cercanía. Recogí palabras de alegría también de distintas personalidades cristianas, judías o musulmanas, reunidas en los Jardines. Me parecía que por la intervención del Papa surgía un nuevo impulso a comprometernos por la paz con más coraje. Lo sentía dirigido también a nosotros que pertenecemos a los Focolares: estar más presentes, ser más activos, ser más artífices valientes y desatar los “nudos” que encontramos en todos lados. El saludo personal del Papa me lo confirmó, así como también las palabras de las otras autoridades. Eras la única mujer que rezó una de las oraciones. ¿Cómo te sentiste? Traté de leer esa oración siendo la intérprete de la humanidad que cree, que sufre y que espera. También nosotras mujeres tenemos un rol que debemos desarrollar por la paz. Uno de los participantes me dijo: “Es importante que usted esté aquí. ¡Sé lo que significa la riqueza de una mujer!”. Mientras escuchábamos esas hermosas oraciones y la música, recordé las palabras del Papa en el Angelus, que había rezado pocas horas antes: la Madre Iglesia y la Madre María son “ambas madres y mujeres”. Y en las emociones que vibraban en los presentes, que seguramente eran distintas, , se percibía la necesidad de una madre. ¿Qué sentimientos que te expresaran cercanía captaste entre la gente de Tierra Santa? Existía una gran expectativa y ahora hay mucha esperanza. Obviamente no faltan los escépticos. Palestinos e israelíes consideran que este encuentro marcó una etapa desde la cual hoy miran y desde la cual continuarán mirando en el futuro. Además, ha significado un fuerte signo para la Iglesia que se ocupa del sufrimiento y de las expectativas de los pueblos. Fue una demostración de que Tierra Santa no es olvidada y de que el Papa no dejará solos a estos dos pueblos y caminará a su lado. El evento hay que mirarlo desde una amplia perspectiva. Mientras tanto, hay que seguir tejiendo, disolviendo los nudos y comprometiéndonos en todos los niveles posibles con coraje y delicadeza. Muchos piensan que es un camino largo, pero nosotros no conocemos la acción de Dios en la historia. Podemos siempre esperar». Fuente: Città Nuova online

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