Movimiento de los Focolares

El día nace de la noche

Sep 27, 2018

Agostino y Marisa Peretti, italianos, transcurrieron tres semanas en Venezuela para encontrarse con las famiias de la comunidad de los Focolares, afectadas por la grave crisis que el país está atravesando.

Familias desmembradas, pobreza, inseguridad extrema. Aumentan los precios, falta de alimentos, de transporte público, energía eléctrica y agua corriente. La crisis de todo un país se sintetiza en la oración que se reza antes de la cena, la primera plegaria que Agostino y Marisa recitan en tierra venezolana: “Señor, gracias porque hemos podido encontrar alimento, y lo podemos comer y compartir”. «Teniamos planeado encontrarnos con familias, primero en el Centro Mariápolis cerca de Caracas, luego en Valencia y en Maracaibo. Emeris y Oscar nos acompañaron y nos hicieron partícipes de su vida». Agostino y Marisa, que habían vivido muchos años en Santo Domingo, reviven la experiencia del contacto con la pobreza, vivida por muchos en ese país, y del dolor del desapego de los familiares, obligados a emigrar. La misma experiencia que vivieron miles y miles de italianos, huyendo de la crisis de post-guerra. Se embarcaban con maletas de cartón. «El pueblo venezolano durante décadas acogió a los inmigrantes y ahora está obligado a emigrar. Del bienestar a la inseguridad extrema. Nos dijeron: “Éramos ricos y en la abundancia y no lo sabíamos, ahora todo es precioso”». “La crisis es la bendición más grande para las personas y las naciones, porque las lleva a progresar. La creatividad nace de la angustia como el día de la noche oscura…”. Así decía Albert Einstein, en 1931. «Había que tener agallas para escuchar allí estas palabras», contenidas en un video realizado por Familias Nuevas. Las familias nos pidieron que lo presentáramos al día siguiente también. Nos dijeron: “Habéis estado en Santo Domingo y en Cuba para ayudarnos aquí, hoy”. “Esta crisis económica nos abrió los ojos a las necesidades del prójimo”». En Caracas el programa va adelante «lleno de actividad: charlas personales, almuerzos, cenas con familias. Por turnos habían pedido permisos en los trabajos, y venían a la casa de Emeris e Oscar. Contamos una experiencia que para nosotros había sido fundamental. Teníamos que decidir dónde vivir y teníamos ideas completamente distintas. Entonces, una noche hicimos el pacto de hacer propio, en profundidad, el deseo del otro. Surgió una solución inesperada, que contenía los elementos importantes de ambos, pero era nueva. Un fruto del amor recíproco». Nos refieren: «Muchas familias tienen coche, pero es muy difícil repararlo, ya sea por el costo que tiene el arreglo, como por la falta de obreros especializados, que han emigrado. Un problema grande son los neumáticos. Emeris y Oscar también estaban preocupados por un neumático gastado. Después de algunos días nosotros compramos dos de los cuatro neumáticos, era lo que ahorraríamos de la comida. Los cambiaron, y esto nos permitió viajar». Valencia, a dos horas de Caracas, sufre la falta de agua y hay mucha dificultad con el transporte público. «En un pueblito rural, Guacamaya, nos encontramos con la comunidad que antes estaba en contacto con Ofelia, obligada a partir. Están decididos a encontrar el modo para ir adelante sin tener que dejar el país». Estaban presentes también muchos jóvenes, «como esponjas absorbían cada cosa que se decía». «Después de dos días, el viaje a Maracaibo corría el riesgo de suspenderse por controles y bloqueos. Pero fue todo bien. Sin electricidad todo se hacía difícil: mucho calor, la imposibilidad de encender los acondicionadores, falta de conexión internet, programas que cambiaban. La noche en que debiamos volver a la ciudad nos esperaba una cena con dos familias, pernoctaríamos en casa de otra familia y desayunaríamos en otra, para poder ver a todos sin pesar económicamente sobre nadie. Por la ruta, un bloqueo por manifestantes nos constriñe a volver atrás. La familia que nos recibe nuevamente, como no estaba en su programa que volviéramos, no tenía nada en casa. Con pasta que teníamos nosotros, cocinamos. Una velada hermosa. Increíblemente había corriente eléctrica, lo cual nos permitió descansar a la noche. Al día siguiente, llegando a Maracaibo, supimos que allí no había habido luz y para todos había sido un alivio ese cambio de programa». En su narración, está también este episodio: «La mañana del encuentro con la comunidad el transporte escaseaba y había largas colas para los alimentos. La familia que había organizado todo llegó tras largas peripecias. Su hija les había propuesto que rezaran para encontrar un medio de transporte, y después de poco tiempo un coche se detuvo y les ofreció llevarlos». Esto también es Venezuela hoy.

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