https://vimeo.com/132331626 Quienes experimentan los efectos de la Economía de Comunión (EdC), afirman que se trata de una forma de vivir, además de ser una manera de administrar una empresa. Tal vez es precisamente por esto que las más variadas empresas deciden administrar la propia actividad según el espíritu de EdC. Complex Projekt, que se desempeña en el diseño y la construcción de carreteras, autopistas, puentes, es una de ellas. Cuando, a principios de los años ’90, nació en Brasil la EdC, la empresa polaca atravesaba una situación muy difícil. La caída del régimen comunista generaba fuertes dudas e inseguridades y la transición al sistema capitalista suscitaba un sinnúmero de preguntas y mucha desconfianza. El concepto mismo de propiedad creaba en los empresarios inquietudes y desazón interior. Andrzej Miłkowski, presidente de Complex Projekt, encontró en la EdC la respuesta a su necesidad de «liberarse de la presión de la propiedad», como él mismo advertía. Gracias a la EdC descubrió que era «simplemente un administrador» y que –sus palabras son, comprensibles en dicho contexto – «el propietario de la empresa era Dios». Así que Milkowski se dio cuenta de que es el capital humano lo que más cuenta en la empresa. Una buena administración, afirma, depende de los valores en los que se cree. En su caso se trataba de los valores evangélicos, puestos en práctica aplicando la enseñanza de S. Juan Pablo II: “ser más que hablar”. Éste es un lenguaje que podría parecer ajeno al mundo de la empresa, pero que a la larga ha marcado realmente la diferencia en Complex Project. «Nuestro trabajo consiste en realizar proyectos complejos de infraestructura y esto comporta una elevada responsabilidad – explica Milkowski. En la propuesta de EdC encontré la necesaria libertad interior y la distancia de mí mismo, valores que me han llevado a tomar decisiones ya no sólo mías, sino que eran fruto de objetivos compartidos. Decisiones que luego demostraban ser las correctas para el desarrollo de la empresa». Milkowski cuenta que con los colegas y el personal tratan de vivir teniendo como fundamento el respeto recíproco, buscan difundir una atmósfera de confianza y ponen en primer lugar las relaciones interpersonales. De hecho, en el reglamento interno se menciona la Regla de Oro presente en casi todos los textos sagrados de las distintas religiones: ‘Todo lo que quieran que los hombres les hagan a ustedes, háganles de igual manera a ellos’, «es como una oportunidad – explica el presidente – para que cada empleado haga sus elecciones con libertad». Hace 2 años Andrzej Miłkowski empezó a pasar gradualmente la administración de la empresa a su hijo Stanisław. También este cambio generacional se está dando a la luz de los valores adquiridos en estos años. «Pienso – reflexiona Andrzej – que éste es el resultado del estilo de vida laboral que todos en la empresa, el personal y los administrativos, recibimos de Dios. Si cada día hacemos el intento, aunque pequeño, de vivir los valores evangélicos, practicando la oración y acercándonos a la Eucaristía – concluye el empresario polaco – recibimos del Creador un ‘algo más’ de capacidad también ante los problemas que comporta el diseño de los proyectos, como también en la resolución de cuestiones profesionales y familiares; y para escuchar y hablar. Así construimos el Reino de Dios… y lo demás se nos dará por añadidura. Esto lo experimentamos cada día. En efecto, a pesar de la crisis, la empresa sigue desarrollándose y creciendo».
Aprender y crecer para superar los límites
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