¿Quién es un cardenal? ¿De qué se ocupa? Son éstas las preguntas que se planteó la gente común, en su gran mayoría budista, cuando se esparció la noticia del nombramiento a cardenal del Arzobispo de Bangkok, Mons. Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij. Es el segundo cardenal tailandés, después de Michael Michai Kitbunchu, designado hace más de 30 años, en el lejano 1983. De Asia, del próximo consistorio del 14 de febrero, saldrán otros dos nuevos cardenales: Mons. Charles Bo de Myanmar y Mons. Pierre Nguyen Van Nhon de Vietnam.
Para responder al interés suscitado por el nombramiento, la Iglesia local organizó una rueda de prensa en la que participaron unos treinta periodistas y profesionales del ámbito de los medios de comunicación tailandeses, incluidos algunos representantes de periódicos de difusión continental.
“¿Su nombramiento refleja el deseo de la Iglesia católica de difundir más ampliamente el Cristianismo en Tailandia?”, es una de las preguntas dirigidas al nuevo Cardenal, un cuestionamiento que existe desde hace tiempo. De hecho, hace muchos años circulaba el rumor, difundido por un grupo de fundamentalistas budistas, de un ‘complot’ del Vaticano para socavar el budismo tailandés. Hoy en día ya nadie piensa en esto. El pueblo tailandés es conocido tanto por su tolerancia como por su capacidad de acogida. El cristianismo no encuentra ningún obstáculo, aunque los cristianos, en total, representan menos del 1% de la población.
Mons. Kriengsak de Bangkok considera que, con estos nombramientos, el papa Francisco quiere subrayar la universalidad de la Iglesia. Y, contestando a las numerosas preguntas de los periodistas budistas, cuenta con sencillez que Dios es Amor, que se hizo hombre en Jesús, quien trajo la vida de la Trinidad a la tierra. Habla del amor recíproco que nos hace hermanos y hermanas los unos de los otros. Recuerda además, que existen valores comunes entre las religiones, como la así llamada “regla de oro” (“No hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti”). Y sigue diciendo que la Iglesia católica promueve un diálogo a 360° y en Tailandia, de manera especial, el diálogo interreligioso. Quienes conocemos al nuevo cardenal de cerca, sabemos que mantiene relaciones de profunda amistad con un nutrido número de monjes budistas y también laicos, y está siempre abierto a los seguidores de cualquier credo. ¡Nos sorprendió que precisamente un famoso abad de un templo budista de la periferia de Bangkok nos haya enviado una copia de un periódico tailandés con la foto y la noticia del nombramiento de Mons. Kriengsak en la primera página! “Juntos – dijo además Mons. Kriengsak –, trabajamos en pos del bien de la sociedad, por la paz del mundo y por la unidad de la humanidad”. Luego invita a todos, de cualquier credo, a orar cada día por la paz en el mundo, guardando un momento de silencio interior a las 6 de la tarde.
No falta la pregunta acerca de la educación, ya que la impartida por la Iglesia tailandesa goza de buena reputación. Él sostiene que debe llegar a ser accesible a todos, de cualquier estrato social. Se refiere al llamado del papa Francisco quien invita a “salir hacia las periferias”, mencionando las numerosas obras caritativas que la Iglesia realiza, poniendo de relieve las varias iniciativas para afrontar un fenómeno bastante reciente: la afluencia de muchos refugiados que encuentran asilo en Tailandia. Acerca de los retos de la Iglesia, el Cardenal dijo: “El secularismo, que es un desafío para todas las religiones. También por esto, las religiones deben colaborar para dar un alma (es decir valores positivos) a la sociedad”. “La Iglesia en nuestro continente, aunque sea pequeña, puede dar una contribución para promover la unidad de Asia, con vistas a un mundo más unido”.
Contestando a la última pregunta, la nuestra, acerca de cómo recibió la noticia, Mons. Kriengsak cuenta que estaba incrédulo y que aceptó el nombramiento para decir sí a la voluntad de Dios, confiando en Su gracia, como María. Pidió que se rece por él y dice que confía en la espiritualidad de la unidad que hizo propia desde que era seminarista. Conserva su lema: “Verbum crucis dei virtus est” (El lenguaje de la cruz es potencia de Dios).
C.B. Tay
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