Movimiento de los Focolares

Familia, la silenciosa revolución

Nov 28, 2011

En Roma, el recuerdo de los esposos Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi en el décimo aniversario de su beatificación. Una ocasión para reflexionar sobre la espiritualidad de la familia, y sobre el testimonio de cristianos y ciudadanos auténticos. La participación de María Voce.

Foto © CSC

Hay una “gran sintonía” entre la espiritualidad del Movimiento de los Focolares y la vida de los esposos beatos María y Luigi Beltrame Quattrocchi –a pesar de que no existe una relación directa- son muchos los “puntos de contacto”. “No sólo porque la santidad es el gran común denominador de todos los cristianos, la meta a la que todos apuntamos en la Iglesia, sino también porque su itinerario de vida de laicos es común a la gran mayoría de quienes forman parte del Movimiento”. Dijo María Voce, presidente de los Focolares, participando hace algunos días en Roma en un encuentro organizado el día de la memoria litúrgica de los dos beatos y del décimo aniversario de su beatificación. El encuentro tuvo lugar en la Sala de la protomoteca en el Campidoglio y tuvo como título: “Cristianos: ciudadanos auténticos: siguiendo las huellas de María y Luigi”. Numerosa la participación del público que provenía de 15 ciudades italianas y de otros países. Estaban presentes también las autoridades de la ciudad, representantes de la pastoral familiar de la diócesis de Roma así como exponentes de Movimientos Eclesiales que tomaron la palabra subrayando, cada uno según perspectivas diferentes, aspectos de la espiritualidad de los dos cónyuges. Padres de 4 hijos, María y Luigi Beltrame Quattrocchi son la primera pareja de esposos que ha sido beatificada por la Iglesia Católica. Fue Juan Pablo II quien llevó a término la causa de beatificación. “Ya no es posible que se le niegue el justo reconocimiento a la santidad silenciosa y normal de tantos padres y madres”.

Foto © CSC

“Vi reflejada la autenticidad de María y Luigi –dijo María Voce-, en la autenticidad del testimonio de cristianos y por lo tanto también de ciudadanos, de millones de laicos que quieren vivir la espiritualidad traída por Chiara Lubich y que por lo tanto tratan de vivir cotidianamente –con una coherencia a veces heroica- su compromiso como ciudadanos, su ser o (o al menos su esfuerzo por ser) tejido sano en el cuerpo social y eclesial que componen. Se trata de padres y madres de familia, de obreros, profesionales, jóvenes, adolescentes y niños (sin excluir a los sacerdotes, religiosos y obispos, pero obviamente la parte eclesial es una minoría), comprometidos en primera persona a llevar adelante una silenciosa, pero incisiva, revolución de amor en todas las ciudades del mundo”. La familia –subrayó María Voce- es la “raíz sana de su vida: un amor tierno y que nunca se apaga entre los esposos es el que genera ciudadanos capacez de ser coherentes. Conosco a muchas familias que están comprometidas y luchan para que no se apague el amor conyugal: precisamente allí encuentran la fuerza para no separarse, y más bien abrirse a realidades más grandes”. María Voce recordó el Movimiento Familias Nuevas, que inspirándose en el carisma de la unidad de Chiara Lubich cuenta con más de 300 mil adherentes y cuatro millones de simpatizantes en los cinco continentes. “Son familias –dijo María Voce- que han hecho propio una primera premisa educativa: los hijos, más que dos padres que los amen, tienen necesidad de dos padres que se amen”.

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