Una vez puesta en movimiento, la fraternidad genera una reacción en cadena positiva, difundiéndose en forma exponencial en las relaciones interpersonales, en las relaciones cotidianas entre compañeros de colegio y colegas de trabajo, convirtiéndose en un estilo de vida. Se construye así un mundo distinto… cada uno se compromete y asume la responsabilidad y la lucha que le toca “Sé tú mismo el cambio que quieres ver a tu alrededor” decía Gandhi.
Así se puede resumir la experiencia hecha por estudiantes y profesores de un colegio de Sarcelles, una ciudad emblemática de la periferia parisién. En la escuela dos muchachas, ambas extranjeras, pelearon con gran violencia. Era el 27 de septiembre de 2007. ¿Qué hacer? ¿Resignarse y bajar la cabeza? Pierre Benoit, el profesor de italiano, decide reaccionar: Propone a los estudiantes el “método de la fraternidad”. ¿De qué se trata? Todas las mañanas lanza el “dado de la fraternidad” en donde en cada una de las caras está escrita una frase diferente. Por ejemplo: “Considero que cada hombre es mi hermano… cada mujer mi hermana”. “Miro al otro de forma positiva”. “Doy el primer paso hacia el otro” “Me dirijo también al enemigo”. “Comprendo al otro” y esto hasta que “También el otro me considere su hermano”. Por lo tanto todos los días hay un propósito diferente para poner en práctica. Después al final de la semana se comparte cómo fue.
La idea encuentra su inspiración en el “dado del amor”, un juego que Chiara Lubich propuso a los niños para hacer del gesto de la fraternidad algo más lúdico. En la escuela parisién, en “dado del amor” se propone en una versión más universal sin hacer referencia al lenguaje religioso, por lo tanto a la mano de todos. Los muchachos aceptan y se convierten enseguida en los primeros protagonistas. El balance resulta alentador la escuela se convierte en un escenario de un mundo diferente donde por primera vez se entretejen historias de amistad y reconciliación. Una chica comenta: “Por una palabra, por una mirada, por una frase dicha por otro… es demasiado tonto llegar a destruirse”.
Pronto la experiencia vivida se convierte en objeto de cortometrajes, son los mismos chicos quienes los hacen contando historias en donde una palabra de reconciliación es capaz de romper el círculo de la violencia y la enemistad. Ese mismo año, en el 2007, se propone un Festival con un título emblemático: “La Fraternidad en la escuela, la Fraternidad en la ciudad”. Participan más de 250 personas entre las cuales tres alcaldes.
Un año después, el 6 de junio de 2008, se funda una asociación, que se llamará Fratern’Aide; su objetivo es ayudar a construir la paz, la fraternidad y la solidaridad entre todos. Se han promovido muchas iniciativas a lo largo de estos años. Los jóvenes de Sarcelles ganan el Primer Premio del Concurso Nacional instituido por la Liga de los Derechos del Hombre: “Escritos para la fraternidad”. Los chicos presentan su método en otras escuelas del territorio parisién hasta que la Asociación es invitada, a finales de octubre de 2010, por la Red de las Escuelas de la Ciudad (RECIT). La experiencia también llama la atención del filósofo Bruno Mattei, profesor de la Universidad de Lille, autor, entre otros, de un libro titulado “¿Es posible la fraternidad?”. El método llega incluso a la UNESCO (que en 1996 había otorgado a Chiara Lubich en premio por la Educación a la Paz), donde es presentado a un público de embajadores. Para decir que ¡cuando la fraternidad se pone en acción, nada puede detenerla!
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