Se encuentra entre los primeros críticos de la política del Tercer Reich. Bonhoeffer estaba viviendo en los Estados Unidos cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Volvió a la patria para sufrir con su gente, consciente del riesgo que enfrentaba pues poseía un espíritu libre y un fuerte sentido de justicia. Era Teólogo y Pastor Luterano, murió en un campo de concentración en Flossenburg, el 9 de abril de 1945, condenado por su oposición al régimen nazi. Lo recordamos con este breve pensamiento sobre la misericordia, publicado en el libro: “La fragilità del male, raccolta di scritti inediti”. (“La fragilidad del mal, colección de escritos inéditos”) “Cada día la comunidad cristiana canta: “He recibido misericordia”. Encontré este don también cuando cerré mi corazón a Dios, cuando comencé el camino del pecado; cuando amé a mis culpas más que a Él, cuando encontré miseria y sufrimiento por aquello que cometí, cuando me perdí y no encontraba el camino de vuelta. En ese momento fue la palabra del Señor la que vino a mi encuentro. Entonces comprendí: Él me ama. Jesús me encontró: ha estado cerca de mí, solamente Él. Me reconfortó, me perdonó todos mis errores y no me culpó por el mal que hice. Cuando era su enemigo y no respetaba sus mandamientos, me trató como a un amigo. Cuando le hice mal, me devolvió sólo el bien. No me condenó por mis malas acciones, sino que me buscó incesantemente y sin rencor. Sufrió por mí y murió por mí. Soportó todo por mí, Me venció. El Padre reencontró a su hijo. Pensamos en todo esto cuando entonamos ese canto. Me cuesta comprender por qué el Señor me ama así, por qué Él me quiere tanto. No puedo comprender cómo Él logró y venció en mi corazón con su amor, puedo solamente decir: “He recibido misericordia”». Dietrich Bonhoeffer, “La fragilità del male, raccolta di scritti inediti”. (Piemme, 2015)
Escuchar atentamente, hablar intencionalmente
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