
Franco Caradonna
Con 35 años de vida Unitrat tiene una historia que contar. Desde el hacerle frente a la pérdida de puestos de trabajo, al respeto hacia la competencia; del compartir experiencias técnicas al ‘contrato de la solidaridad’; hasta el nacimiento de una cooperativa social para las personas con discapacidad, un centro socio-sanitario y una Escuela de Verano Civil. Caradonna nos ayuda a entrar en las dinámicas de la empresa que lo ha llevado a tomar decisiones valientes.
«Estudié y me casé en Turín, donde había llegado con los míos desde Pulía, mi tierra natal. Después de varias experiencias como trabajador independiente, junto con seis amigos nos lanzamos en una aventura más grande, juntamos nuestros ahorros, capacidades profesionales, ideas y tiempo libre. Dado que algunos de nosotros éramos meridionales, decidimos establecer la empresa cerca de Bari, la Unitrat s.r.l. Soy el administrador de esta empresa , donde actualmente trabajan 25 empleados y que tiene alrededor de600 clientes en un radio de 500 Km. En los últimos dos años las ganancias se han reducido en un 50% debido a la crisis del sector en el que trabajamos, el metalmecánico.
Cuando en 1991 Chiara Lubich lanzó la Economía de Comunión (EdC), cuando sentimos que, era una confirmación para nuestra experiencia y esto nos dio mayor impulso para ir adelante. Las dificultades que a menudo encontramos se refieren a una infraestructura insuficiente, pero también a una “pobreza socio-cultural” que tiene raíces profundas y que incide en la participación y en la responsabilidad. A pesar de las dificultades hemos tratado de construir relaciones desinteresadas, de confianza y reciprocidad, con dependientes, clientes, proveedores, la competencia y las instituciones.
Un ejemplo. El titular de una empresa proveedora tuvo un infarto que provocó serios problemas económicos a la misma. En lugar de dirigirnos a otros, como habría sido lo más prudente, seguimos comprándoles a ellos anticipándoles algunos pagos para permitirles pagar los sueldos y algunas deudas urgentes. El consultor administrativo que tenían los abandonó. Entonces nuestro colaborador se ofreció a ponerles al día las escrituras que les habían quedado rezagadas. Dado que a pesar de todo no lograron evitar la quiebra, asumimos a dos de sus empleados y le ayudamos a un tercero a empezar una actividad por cuenta propia. Salimos de esta operación sin pérdidas, porque habiendo aceptado la sugerencia del titular de comprarles la maquinaria a bajo costo revendimos algunas cosas y recuperamos más del costo. Convencidos de que
los resultados no dependen sólo de la inversión, sino sobre todo de las personas, hemos tratado de involucrar a los empleados con una participación en las acciones y en la distribución extracontractual de parte de las utilidades, mientras que la otra parte se destina a los fines de la EdC. En el 2000 ayudamos a hacer nacer
una cooperativa social para personas discapacitadas estipulando un acuerdo con otras diez empresas y la alcaldía de Bari para acoger en nuestras empresas a menores en situaciones de riesgo. Organizamos algunos talleres para estudiantes de escuelas superiores dentro de nuestras empresas e instituimos premios por la graduación y becas para estudiantes universitarios del Politécnico. La Conferencia Episcopal de Pulía propuso, en el 2008, el nacimiento de una Asociación de
empresarios, profesionales y artesanos (UCID). Me dieron la responsabilidad de la nueva Asociación. Lo hemos sentido como un fruto de las relaciones construidas durante estos años. Este año, como UCID Pulía, hemos contribuido a la preparación de la
“Escuela de Verano” de Economía Civil, involucrando a 50 jóvenes de nuestra Región la cual tendrá lugar durante todo el año siguiendo cuatro itinerarios formativos, de los cuales el primero ya se desarrolló del 31 de agosto al 4 de septiembre pasados».
Fuente: Edc Online Texto completo: http://www.edc-online.org/it/pubblicazioni/interventi-a-convegni/111-convegni/1951-testimonianze-dalle-aziende-la-unitrat-di-bari.html
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