Se conocieron trabajando como capellanes en la cárcel de Viterbo, el Padre Vasile Bobita y el Padre Gianfrancesco Bagnulo, llevando consuelo, el primero a los presos ortodoxos, el segundo a los católicos. Con el tiempo entre ambos surgió una relación muy fraternal, que después involucró a los miembros de las dos comunidades y que los llevó a colaborar en la organización de un evento local del proyecto “Juntos por Europa” (Mayo 2012) promovido, entre otros, por el Movimiento de los Focolares.
Los dos capellanes tuvieron la idea de visitar juntos la ciudadela testimonial de Loppiano (Florencia, Italia), y extendieron la invitación a la comunidad rumano-ortodoxa de Padre Vasile y a dos monjes ortodoxos del monasterio de San Giovanni Therestis, en Bivongi, en la provincia de Reggio Calabria.
El 15 de mayo pasado, entre las agradables colinas toscanas, después de la presentación de la historia de Chiara Lubich y de la ciudadela, en este grupo tan variado se abrió un vivaz diálogo sobre “la evangelización y el diálogo”, sobre la espiritualidad de la unidad del Movimiento, sobre las relaciones con la Iglesia ortodoxa (relación que nace en los años ’60), sobre el testamento de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Este diálogo permitió profundizar el conocimiento recíproco y compartir esperanzas, desafíos, dolores y alegrías al que contribuyó el aporte de una focolarina ortodoxa rumana que vive en la ciudadela.
Fue breve pero significativo el comentario del Padre Vasile: “Ahora comprendo porqué me sentí siempre bien recibido por el Padre Gianfrancesco: porque ustedes viven la realidad de la unidad”.
Al final, todos quisieron asistir, junto a los habitantes de la ciudadela, a la Santa Misa que se celebró en la iglesia dedicada a María Theotokos que, como dijo el Padre Gianfrancesco, “nos impresionó muchísimo porque es el lugar del encuentro, de las relaciones vividas concretamente a la luz del Evangelio”.
Esta visita fue especialmente significativa porque coincidió con el 10º aniversario de la colocación de la primera piedra del santuario (2003-2013) cuando, – en presencia de Chiara Lubich y de personalidades religiosas y civiles-, los representantes del Patriarcado ecuménico de Constantinopla quisieron donar algunas piedras de colores, provenientes de importantes santuarios marianos ortodoxos distribuidos en todo el mundo, para poner junto a la primera piedra como símbolo del camino de comunión que nos une.
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