Si buscas un sismógrafo que pueda registrar las sacudidas de nuestro tiempo, conocer los desarrollos positivos y negativos de la conciencia de nuestra época, las amenazas inminentes y las nuevas esperanzas, toma la figura del sacerdote. En cierto modo él es el Corazón de Dios, puesto por Él mismo en la historia de la humanidad precisamente con esta especial vocación: ser sensible respecto a Dios y a los hombres con los que quiere hacerse uno y de los que quiere estar cerca, pero a esta sensibilidad también está ligada una gran vulnerabilidad. Quien afronta el tema “El sacerdote hoy”, problema esencial para la vida de la Iglesia hoy, se encuentra frente a una cantidad difícilmente calculable de teorías, experimentos y proyectos. Los documentos del Concilio Vaticano II y del Sínodo de los Obispos del ‘71, los discursos y las cartas de los últimos Papas y especialmente de Papa Juan Pablo II, ofrecen un apoyo e indican el camino. Pero no nos eximen de la fatiga de traducirlos en una vida que sea comprensible y por lo tanto en luminoso testimonio para los hombres, sea dentro que fuera de la Iglesia. Teniendo en el corazón las normas de la Iglesia, dirigiendo la mirada a las experiencias y los problemas de los hombres, he buscado una imagen, una respuesta, una figura viva que pueda, quizás, destacarlo, al sacerdote hoy. ¿Quién es? ¿Qué rostro nos muestra? En esta búsqueda me he encontrado con un texto que puede dar la respuesta a la pregunta sobre el sacerdote hoy, incluso no hablando para nada del sacerdote. “He aquí el gran atractivo del tiempo moderno: penetrar en la más alta contemplación y permanecer mezclados con todos, hombre entre los hombres. Diría aun más: perderse en la muchedumbre, para impregnarla de lo divino, como se empapa un trozo de pan en el vino. Diría aun más: participando de los designios de Dios sobre la humanidad, trazar sobre la multitud estelas de luz y, al mismo tiempo, Compartir con el prójimo la injuria, el hambre, los golpes, las breves alegrías. Porque el atractivo del nuestro, como el de todos los tiempos, es lo más humano y lo más divino que se pueda pensar, Jesús y María: el Verbo de Dios, hijo de un carpintero; “la Sede de la Sabiduría, ama de casa.” Este texto de Chiara Lubich me habla del hoy – y hace resplandecer al sacerdote como la respuesta de Dios a nuestro “hoy”. Este texto me habla de Gestos Cristo – y me hace entender al sacerdote partiendo de Cristo. Este texto me habla del ser cristiano – y me devela la existencia del sacerdote partiendo de la existencia del cristiano. Este texto me habla de la Iglesia – y me enseña el sitio y el significado del sacerdote en la Iglesia». (Continua)
Aprender y crecer para superar los límites
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