Movimiento de los Focolares

La política para el pueblo

Jun 28, 2011

Este texto, citado varias veces a lo largo del congreso “Igino Giordani: de Montecitorio al mundo”, escrito en el ’45, es más que nunca actual y capaz de difundir luz sobre las dificultades de hoy.

«La política está hecha para el pueblo y no el pueblo para la política. Ella es un medio y no un fin. Primero la moral, primero la persona, primero la colectividad, después el partido, después la agenda política, después las teorías de gobierno. La política es –en el más digno sentido cristiano- una sierva, y no debe volverse patrona: no debe volverse abuso, ni dominio ni tampoco dogma. Está aquí su función y su dignidad: estar al servicio de la sociedad, ser caridad en acción: la primera forma de caridad de patria. […]  A los periódicos llega el eco del difundido sentimiento de poca estima hacia los partidos y hacia la política. Algo sabemos también nosotros escuchando lo que dicen y leyendo lo que escriben. Parece que para muchos la política es una actividad inferior y equívoca, que compete a los grupos de presión: y no entienden que si se alejan los honestos de la política, el campo queda invadido por deshonestos: la política se lleva con ella toda nuestra vida, aquella física y aquella moral; y una política hecha por deshonestos lleva a la guerra, a la inestabilidad financiera, a la ruina de toda riqueza pública y privada, a la corrupción, al desprecio de la religión, a la destrucción de la familia… Si la política es sucia, en fin, hay que limpiarla: no abandonarla. […]  Ahora bien del tráfico de carne humana, consecuencia del tráfico de dignidad humana no nos liberamos si cada uno de nosotros no retoma conciencia de su valor –de su exterminado valor- y con ello la política, decididos a no dejarnos traficar ni absorber, sino a trabajar con criterio, con personalidad propia, defendiendo las razones morales. Porque defendiéndolas defendemos también las razones profesionales, las mismas razones fiscales: la fiscalización abusiva nace donde se pierde la perspectiva del ser humano que hay que ayudar y se ve sólo al mamífero que hay que ordeñar. Hay que permanecer en la política, como ciudadanos y no como siervos. A partir de esta posición nace la democracia.  Esa conciencia de los propios valores podría transformarse en soberbia, es decir torcerse y convertirse en un estímulo antisocial de explotación y de dominio: podría volcarse. Por esto entre todos los valores el primerísimo es la caridad, que es ese sentimiento que obliga servir a los propios hermanos. Sin ella, todo valor se devalúa; cada conquista se transforma en esclavitud: y se pierde tiempo».  Igino Giordani Fuente: La rivolta morale, 1945, pp.19, 24, 42-43.

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