Sede general de las Naciones Unidas: millares de personas trabajan allí, importantes personalidades y jefes de estado – ¿hay alguien que nunca soñó entrar ahí algún día? Ermanno Perotti, 25 años, estudiante de Economía del desarrollo en Florencia/Italia, se encuentra ahí, y no como uno de los numerosos visitantes que siguen a los guías a lo largo de los inmensos pasillos. Él acompaña a María Voce, la presidenta del Movimiento de los Focolares, que ha sido invitada con otros líderes religiosos para intervenir en el Debate de Alto Nivel sobre “Promoción de la Tolerancia y la Reconciliación: favoreciendo sociedades pacíficas, acogedoras y contrastando el extremismo violento”. Muchos comparten la impresión de Perotti: «Cada representante de un Estado da su contribución, muchas palabras bonitas e iniciativas positivas, pero parecen estar aislados, cada uno ve la ONU como una plataforma para difundir sus propios pensamientos». «La cosa que un poco me molesta es precisamente la falta de escucha. Lo que en cambio me atrae es ver el esfuerzo de llenar esta falta con una escucha y un diálogo verdadero». Con esta perspectiva, que ha heredado de la vida de los jóvenes de los Focolares, ha sentido la atracción a comprometerse en la política, para estimular relaciones más verdaderas. Casi todos los interlocutores estaban de acuerdo sobre cómo prevenir la violencia y el extremismo: no hay otro camino sino el diálogo entre las culturas. «Me gustaría hacer surgir una escuela de diálogo precisamente en la ONU» dice Perotti. De hecho, el 90% de los relatores han subrayado la necesidad de formación, y muchos han hablado de la necesidad de dar voz a las mujeres y luchar contra la pobreza.
Aprender y crecer para superar los límites
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