Movimiento de los Focolares

Llegó “Primavera”

Abr 3, 2013

Una familia cuenta la difícil pero exitosa experiencia de la adopción. La importancia de que exista una “red” de familias que acompañan un paso tan comprometedor y a su vez tan feliz.

«Nuestra historia es un camino largo y a veces accidentado, pero nuestra familia es el regalo más lindo que tenemos. El nombre de nuestra niña más pequeña es ya una promesa, en vietnamita significa “Primavera”.

Poco tiempo después de casarnos nos encontramos con una niña de casi un año, confiada a un centro de niños gravemente discapacitados donde mi esposa, en el ámbito de un proyecto internacional en Asia, hacía un voluntariado. Después de un período, nos propusieron la adopción. Con ella, experimentamos que la maternidad y la paternidad son un vínculo “de almas”, que va más allá de los aspectos biológicos. Lamentablemente la burocracia nos obligó a renunciar a nuestro proyecto. La alegría volvió con el nacimiento, en Asia, de nuestro primer hijo. Esta experiencia fue el primer encuentro con la cultura de Oriente, donde vivimos  dos años.

Volviendo a Italia, nació nuestro segundo hijo y poco después renació también la idea de la adopción. Decidimos dirigirnos a la Acción de Familias Nuevas – onlus (AFN) del Movimiento de los Focolares. El primero de agosto de 2005 nos llamaron para decirnos que teníamos que prepararnos para ir a Vietnam. Nos quedamos en Vietnam un mes: una aventura muy complicada. Nuestro hijo mayor de nueve años nos dijo: «Fue como dar a luz todos juntos» El momento más emocionante, fue cuando mi esposa la tomó en brazos por primera vez y luego todos nosotros: parecía un pollito perdido.

Visitamos Saigon y conocimos el origen de nuestra hija. Después de algunos días apareció una sonrisa: la primera fue dirigida a sus hermanos, como si hubiera sabido lo importante que era el rol que ella iba a tener en sus vidas y en toda nuestra familia. Supieron “abrirle espacio” como por ejemplo cuando nuestro segundo hijo, que tenía seis años y le gustaba estar en el regazo de su padre, frente a las protestas de la hermanita se ofreció a dejarle su lugar.

La “red” de familias que frecuentamos desde que volvimos a Italia es una parte importante de la experiencia que estamos viviendo. Es como una única gran familia amplia, formada por familias adoptivas de Vietnam y de otros países. Hacemos largos viajes para podernos encontrarnos y permitir que nuestros hijos crezcan sabiendo que la adopción es una experiencia natural que muchas familias viven. Es una gran oportunidad para experimentar que el amor es posible entre personas de origen distinto.

Nuestra pequeña hija ahora tiene nueve años y es una hermosa niña, bien integrada, ya sea en la escuela como en la amplia familia. Con sus hermanos juega con naturalidad a juegos “de varones”, pero mantiene su delicadeza y su dulzura encantadoras. Ama mucho la música y el baile. Asiste con la mamá a lecciones de arpa celta.

Los últimos años, hermosos pero también muy intensos, nos han llevado a llevaron a concentrarnos en sus necesidades y su inserción y ahora tal vez debemos recuperar algún momento perdido con los otros dos hijos, pero el soplo de “primavera” que llegó a nuestra familia, con su entusiasmo de vida chispeante y la dulzura típica de su país de origen, nos ayuda a superar también las jornadas más difíciles y borrascosas».

Autora:  Marzia Rigliani

Fuente:  Spazio Famiglia, Boletín mensual de  AFNonlus (www.afonlus.org), marzo 2013, pág. 12-13

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