En México no miden esfuerzos cuando se trata de recibir a alguien. Son de verdad incomparables. Es una característica milenaria que expresa una cultura generosa, alegre y acogedora. Así fue también para Giancarlo Faletti, co-presidente del Movimiento de los Focolares, en su visita por primera vez a la ciudadela “El Diamante” que queda a 50 Km. de Puebla y a 170 Km al sudeste de la ciudad de México. Los últimos 30 metros del cantero central que atraviesa el elegante jardín interno del edificio principal estaban cubiertos de dibujos coloreadísimos de hierba segada. ¡Una auténtica obra maestra! Poco antes, un centenar de personas, incluidos los niños de la escuela S. María que tocaron canciones y las cantaron, habían ofrecido una artística bienvenida bajo el arco de ingreso a la ciudadela. Aquí salta a los ojos la belleza y la variedad de las plantas, de los canteros, de la casa, pero aquello que impresiona es la cultura del detalle. Se lo vé visitando la fábrica de pasteles, la empresa de artesanías, la carpintería y el taller del centro artístico. Los habitantes son 55, más otros que pasan un periodo de formación. Entre éstos últimos algunos jóvenes que le dieron la bienvenida y conversaron con Giancarlo Faletti. En la casa, punto de referencia para los vecinos circundantes, se ve una inesperada armonía de los ambientes (acompasada con la tecnología) que manifiesta su estilo de vida. También en el aeropuerto se expresó el alma mexicana hacia el esperado amigo. En la sala de llegadas, las personas de la comunidad de los Focolares, con tanto apretón de manos, dando la bienvenida, llamaron la curiosidad de los demás pasajeros en tránsito y despertaron un generalizado aplauso. Era un abrazo dulce y delicado muy agradable para el co-presidente, conociéndose su parquedad ante los reflectores. Antes de llegar a la ciudadela en la que se quedará hasta el lunes, para encontrarse con una buena parte de las personas de los Focolares de México, Giancarlo Faletti quiso cumplir una especie de viaje para penetrar en la cultura, en la historia, en el arte y en la religiosidad de este pueblo, que cuenta con más de 110 millones de habitantes, es el país más poblado de lengua española. Por este motivo, como primera etapa, realizó la visita al museo antropológico de la capital, en el cual la riqueza de las áreas expuestas, lo ayudó a descubrir el patrimonio inmenso que sostiene al México de hoy, y que impregna la vida de las diversas poblaciones que lo componen. El camino de la inculturación llegó también a la dimensión eclesial, que conoció en el encuentro con una treintena de sacerdotes, que viven la espiritualidad de la unidad y con los cuales Faletti mantuvo un diálogo sobre los efectos del carisma vivido en la vida presbiterial y en la construcción de la comunión en la Iglesia. ¿Y podía faltar la Morenita en este recorrido? Estuvo también la visita a la Virgen de Guadalupe adonde fue acompañado por unas treinta personas. Pero aquí se abre un capítulo importante. Y es mejor referirnos a él aparte. Paolo Lóriga, enviado
¡Aquí estoy!
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