Cooperativa LoppianoLos Voluntarios de Dios

Los Voluntarios de Dios, una ramificación del Movimiento de los Focolares, son hombres y mujeres de todas las profesiones y categorías sociales que eligen seguir a Dios radicalmente y libremente – por eso la palabra “voluntarios”– viviendo en la cotidianidad de su vida la espiritualidad evangélica de la unidad.

Desde los inicios del Movimiento Chiara Lubich se sintió empujada a ir hacia la humanidad. Recordando los primeros tiempos afirmaba: “Yo pienso que nuestra experiencia de cuando Jesús en medio multiplicaba los panes para ayudar a resolver los problemas sociales de Trento, era una manifestación del designio de los voluntarios, como una primera semilla”.

Una semilla que toma vida y cuerpo en 1956 cuando, ante la angustia por los graves hechos de Hungría, el Papa Pío XII pronunció el doloroso apelo: “Dios, Dios, Dios,…”, para hacer resonar “el nombre de Dios en las plazas, en las casas, en los talleres…”.

Chiara acoge ese grito y parece ser su eco cuando afirma: “Se necesitan auténticos discípulos de Jesús en el mundo. Discípulos que, voluntariamente, lo sigan. Un ejército de voluntarios, porque el amor es libre (…) Una sociedad que de testimonio de un único nombre: Dios”.

La respuesta es inmediata: empleados, médicos, enfermeros, obreros, políticos, profesores, empresarios, etc. Quieren ser estos “Voluntarios de Dios”. Un llamado típicamente laico porque sienten “la particular vocación a hacer penetrar en las realidades humanas el espíritu de Dios”. Una vida así encanta a tantos, que se comprometen en este camino de santidad, conforme el Movimiento se difunde en los cinco continentes.

A final de los años Sesenta, Chiara, viendo tantas iniciativas y obras sociales nacidas de la vida y de la acción de los voluntarios, les confia a ellos el Movimiento Humanidad Nueva, expresión social del Movimiento de los Focolares.

Chiara Lubich, Verso una Nuova Umanità - 20/03/1983En 1983, durante la gran manifestación “Hacia una Nueva Humanidad”, en la que participó Juan Pablo II, Chiara presenta a los voluntarios de Dios y delinea su vocación: “total donación a Dios, sin consagraciones particulares. Sumergidos en el mundo, lugar privilegiado de su irradiación, practican el Evangelio según el ejemplo de las primeras comunidades cristianas a las que desean imitar en este siglo, siendo un solo corazón y una sola alma, con la consecuente ‘comunión de bienes’ espirituales y materiales. En nuestro mundo (…) ellos tratan de llevar el fuego, la luz y la fuerza, la riqueza del Resucitado, esforzándose por lo tanto para que resplandezca en ellos mismos, mediante el abrazo de las cruces de cada día y comprometiéndose a generar, con la más profunda unidad entre ellos, Su presencia en las casas, en los hospitales, en las escuelas, en los parlamentos, en los talleres, por doquier.»

En el 2006, con ocasión del cincuentenario del nacimiento de los Voluntarios, ante 11.000 personas presentes en Budapest (Hungría), Chiara subrayó nuevamente su vocación, llamándolos a responder a los retos de hoy porque “el mundo tiene necesidad de personas creíbles, constructoras de una humanidad nueva en los varios ámbitos de la sociedad”. Y concluyó: “Apunten a realizar el proyecto de Dios sobre la humanidad: la fraternidad universal”.

Actualmente los voluntarios y las voluntarias son alrededor de 20.000 y 4.000 se preparan para serlo; entre los cuales católicos, cristianos pertenecientes aviarias Iglesias y algunos fieles de otras religiones.