Movimiento de los Focolares

Navidad en Siria

Dic 21, 2015

Un país de “peligrosidad variable”: un día tranquilo y un día bajo las bombas. Los jóvenes de los Focolares se preparan para la Navidad yendo de casa en casa para compartir y llevar esperanza. Un coloquio con Pascal Bedros, del Movimiento de los Focolares de Siria.

20151221-01«La vida de cada día es variada, porque el peligro es variable. Algunos días no sucede nada y puedes olvidar que estamos en guerra. Otros días puede suceder que cuando vas para el trabajo te alcanza una bala perdida, o que haya disturbios o incluso bombas contra la gente y en los barrios de los civiles». Quien habla es Pascal, libanés, del Focolar de Aleppo; vive en Siria desde hace algunos años a pesar de la guerra. «¿Cómo nos estamos preparando para la Navidad? Tanto en Aleppo, como en Kafarbo, o en Damasco, nuestras comunidades han pensado sobre todo en los niños, porque, a pesar de que es una fiesta muy sentida e importante en Siria, las familias ya no logran vivir la alegría de la Navidad. Entonces los jóvenes hicieron muchas actividades para recoger fondos que, sumados a la ayuda recibida del extranjero, consintieron ampliar el proyecto y dar el sentido de la Navidad a los niños y a sus familias. Por ejemplo en Aleppo se hará una fiesta para unas setenta familias, en Kafarbo irán a visitar las casas en pequeños grupos, llevando regalos y comida. En Damasco, donde hay más posibilidades, organizaron un concierto de Navidad y mientras tanto están visitando a las familias llevándoles alimentos y regalos junto a cantos y juegos…». ¿Y en estos últimos meses, con la escalada de violencia, ustedes focolarinos no han puesto en duda la decisión de quedarse en Siria? «No, nunca. ¡Es muy importante la presencia del Focolar! Sólo la presencia, incluso sin hacer nada. Es un signo de que todo el Movimiento en el mundo está con ellos, con el pueblo sirio. No sé cómo explicarlo… Nadie nos obliga a quedarnos, también podríamos irnos. Pero en estos años hemos compartido tantas peripecias que ellos sienten que somos parte de ellos y nosotros los sentimos parte nuestra. Las razones no son racionales, sino afectivas, del corazón, porque la fuerza de estar en lugares como Aleppo, no se encuentra en nada racional. También las familias sirias que se quedan lo hacen por el vínculo con su tierra, con su gente, porque todo podría más bien decir: ¡vete! Allí todos los días las cosas se reducen cada vez más, no hay futuro, sobre todo para los niños. Pero he visto que hay quien se queda por una elección de amor, para dar un testimonio. Por ejemplo para llevar adelante una escuela de niños sordomudos, por todo el bien que hace la escuela. Vivir por los demás le da sentido a la existencia, le da sentido a tu ser».

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