Soy estudiante de Derecho y al mismo tiempo trabajo en un ministerio de Paraguay.
A menudo me encuentro en la situación de tener que ir contra la corriente y contra una mentalidad que se opone al proyecto de Dios, y de tener que defender mis principios hasta las últimas consecuencias.
Una persona importante en mi ambiente de trabajo, que gozaba de ciertos privilegios, tenía un comportamiento claramente deshonesto. Y para justificarse solía argumentar: “Si has decidido ser abogado y no cometer ninguna ilegalidad, pierdes tu tiempo y terminarás tranquilamente muerta de hambre”. Yo en cambio sentía que eso no era verdad. Tenía la prueba de que muchas otras personas vivían con coherencia. Tenía que decírselo, ciertamente con caridad, pero tenía que hacerlo, a pesar de que me daba cuenta de que era un riesgo. Pero más fuerte era “esa” voz interior, que me daba la certeza de que también es “amor” decirle al otro lo que no está bien.

Como temía, por haber manifestado mis convicciones pierdo el trabajo. Sufrí terriblemente, pero al mismo tiempo me sentía tranquila porque sabía que había actuado correctamente. Era más fuerte en mí la conciencia de tener un Padre para quien todo es posible y que me ama sin medida. �No está escrito en el Evangelio que el Padre que cuida las aves del cielo, todavía más, se habría ocupado de nosotros?

Ciertamente parecía humanamente imposible en la situación económica y laboral que vive Paraguay, sin embargo esa misma noche me llegaron dos propuestas de empleo y para el día siguiente tenía la cita para la primera entrevista de trabajo. Además el nuevo trabajo está más directamente relacionado con mis estudios y por lo tanto es más interesante y formativo. En mi corazón es infinita la gratitud al Padre. Es un nuevo reto que se abre ante mí y me ofrece miles de oportunidades de amar y servir.

P.C. – Paraguay

Da “I Fioretti di Chiara e dei Focolari” – San Paolo Editrice

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