Como un gran canto de alabanza a Dios y con el alma en fiesta, se abrió y se concluyó el Congreso internacional de la Renovación Carismática Católica, convocado “para interrogarse sobre el reto de la madurez y convertirse en bendición los unos para los otros”, el cual tuvo lugar del 18 al 30 de septiembre en el Centro Mariápolis de Castelgandolfo.

Vinieron más de mil personas de 72 Países de todo el mundo, para participar con su típico entusiasmo carismático en este evento.

Sobre el comprometedor reto de la santidad, de la Renovación Carismática, habló, a la luz de la Carta Apostólica de Juan Pablo II “Novo millennio ineunte”, el padre Raniero Cantalamessa, quien guió el retiro espiritual. El predicador de la Casa Pontificia también respondió a una serie de preguntas sobre la relación entre la fidelidad al Espíritu y la Institución, subrayando también el profundo cambio que la Renovación Carismática sigue obrando en la vida de tantas personas:

«Veo los mismos efectos en muchísimas personas, un cambio radical que naturalmente supone que después ha de ser cultivado a través de los Sacramentos y del Magisterio, para poder llegar a la perfección de la vida cristiana. He visto gente transformada, aquí hemos escuchado el testimonio de una pareja que los dos provenían de una vida desesperada, fracturada, perdida y ahora son un matrimonio santo, en el que precisamente resplandece la santidad que nos ha encantado a todos. Las mismas cosas suceden sea en los sacerdotes como en los casados, no se puede negar que son obra del Espíritu Santo. Mi deseo para todos nosotros es que esta gracia sea compartida por todos, que la Iglesia no mire a la Renovación Carismática como a una isla de algunas personas particularmente propensas a la emotividad, sino que vea en ésta la norma de la vida cristiana. Jesús ha concebido su vida, la vida que nos ha dado en la Cruz, para que la vivamos en el Espíritu».

“Doce días de bendiciones”, el prometedor tema del encuentro, en un clima de profunda comunión, expresaba casi palpablemente que, en Cristo Señor y Salvador, el amor se hace carne en medio de nosotros. Es la bendición más grande, la que se incarna en la “espiritualidad de comunión”, tan alentada por el Papa y de la que da testimonio también Chiara Lubich, huésped en el congreso carismático.

Un testimonio de amor que se transforma en ayuda a los pobres lo ofreció el prof. Andrea Riccardi, de la Comunidad de San Egidio.

Del radioperiódico de la Radio Vaticana,

26 de septiembre de 2003

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